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LETRAS DESNUDAS

13 Enero 2018

MARIO CABALLERO

EL DIABLO QUIERE GOBERNAR A CHIAPAS

Rubén Velázquez López quiere ser gobernador de Chiapas. Como una sombra del pabliato, se registró como precandidato del PRD a la gubernatura. Pero su sola intención es un insulto para los chiapanecos que durante seis años sufrieron el más aberrante, cruel, corrupto y opresivo de todos los gobiernos, en el que él fue una pieza importante de la represión política.

Durante el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía (2000-2006), que se caracterizó por el genocidio de pueblos indígenas, infanticidios, desvío de recursos públicos, violencia a los medios de comunicación, sometimiento a las instituciones, persecución política y el presunto hurto de once mil millones de pesos que fueron destinados para la reparación de los daños provocados por el huracán Stan en 2005, Rubén Velázquez fue secretario de desarrollo rural (2000-2003) y secretario general de gobierno (2003-2006).

Del primer cargo se habla de que amasó una gran fortuna desviando los recursos de los programas federales de apoyo al campo. También de que utilizó la fuerza pública para someter a las organizaciones campesinas de Chiapas. Pero del segundo puesto, la depredación a las arcas del estado no fue lo peor, sino los crímenes de lesa humanidad, las desapariciones de líderes políticos y sociales, el encarcelamiento de periodistas y la violación a los derechos humanos que fueron operados desde Palacio de Gobierno.

LOS CRÍMENES

El 15 de febrero de 2005, el gobierno de Pablo Salazar ordenó el desalojo de decenas de indígenas que se mantenían en plantón en el municipio de Tila. En la madrugada de ese día, un aproximado de 600 policías armados hasta la médula, entraron a la comunidad y la sitiaron. Por varias horas los agentes golpearon a hombres, mujeres y niños, y en el pueblo saquearon y quemaron casas.

El saldo del operativo fue de 52 detenidos, decenas de desplazados, daños materiales cuantificados en cientos de miles de pesos y muchos heridos. Las víctimas cuentan que varias personas fueron llevadas por los policías y aparecieron malheridas días después entre los maizales.

De esa embestida la Comisión Estatal de Derechos Humanos, subordinada al gobernador Salazar Mendiguchía, inició la queja de oficio número CD/0035/02/2005 que quedó nada más en el mero trámite. La complicidad era redonda y la impunidad no tenía límites.

Se presume que Rubén Velázquez López, siendo secretario de gobierno, fue el que estuvo detrás de aquella agresión. Con cinismo reclamó “sentido común” al pueblo de Tila porque lo cuestionaban sobre las razones que tuvo el gobierno del estado para llevar a cabo dicha agresión. Lo que respondió Velázquez quedó para la historia: “A los que toman alguna actitud agresiva hay que someterlos haciendo uso del privilegio de la autoridad para evitar la anarquía”. Embriagado de poder, demostró que también el lenguaje formaba parte de la inagotable reserva de represión salazarista.

El 10 de abril de 2004, en el municipio de Zinacantán, un grupo de perredistas de la comunidad Pasté encabezados por el alcalde Martín Sánchez Hernández y la policía local, emboscó la marcha de simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que protestaba por los abusos del gobierno municipal (perredista) contra los pueblos zapatistas.

En el atentado hubo decenas de heridos (algunos de arma de fuego), dos de gravedad: uno de ellos, de 33 años de edad, tenía el tórax perforado y, el otro lesionado, una herida de bala en el cráneo. Rubén Velázquez aseguraba que en Zinacantán reinaba “la normalidad habitual” (sic). Eso decía mientras unas 500 personas eran expulsadas de sus hogares y otras huían por temor a la violencia. En el colmo del descaro, Velázquez López dijo se trataban de “auto desplazados”.

El presidente municipal Martín Sánchez fue acusado de los delitos de abuso de autoridad, despojo y pandillerismo, pero nunca pagó por sus crímenes, nadie lo llamó a rendirle cuentas a la justicia, pues siempre contó con la protección de Rubén Velázquez y el gobierno del estado.

Si hubo un sector mayormente lastimado en el gobierno de Pablo Salazar fue el magisterio, que en cada marcha, en cada plantón, padeció persecución, humillación, vejaciones y escarnecimiento mediático. ¿Cuántos maestros fueron encarcelados por salir a protestar a las calles y exigir respeto y mejoras en sus salarios y prestaciones? Se desconoce la cifra exacta, pero se cuentan por decenas que además soportaron las amenazas de muerte, las golpizas de los policías, los descuentos salariales y otras violaciones a sus derechos humanos y garantías laborales. Rubén Velázquez era secretario de gobierno.

Cuando el poder es absoluto, también la represión es absoluta. Los estudiantes normalistas de la Escuela Normal Rural Mactumatzá emprendieron un movimiento estudiantil en el año 2003 contra las intenciones de Pablo Salazar de cerrar el instituto. A ellos se sumaron líderes políticos, organizaciones sociales, familiares de los estudiantes y la sociedad civil. Las protestas eran pacíficas, pero entusiastas. Al reclamo inicial se sumaron las peticiones de apoyos para el mantenimiento de los salones de clases, dormitorios y áreas deportivas. Asimismo para la alimentación, mobiliario, equipo y herramientas de estudio.

Eso no le gustó al gobierno de Salazar que una tarde envió cientos de policías a la institución para destruir el movimiento. Los jóvenes normalistas fueron atacados con gas lacrimógeno. Los agentes se metieron a la escuela y golpearon a todos los que encontraron a su paso, incluyendo a los padres de familia. Al final de la embestida, alrededor de cincuenta estudiantes fueron detenidos y enviados a la prisión de Cerro Hueco. Rubén Velázquez era secretario de gobierno.

El pavoroso ex secretario no sólo arremetió contra los campesinos, comunidades zapatistas, maestros y estudiantes. También lo hizo contra los partidos políticos, organizaciones sociales y activistas.

En cierta ocasión un grupo de ciudadanos se manifestó en la explanada del parque Central de Tuxtla Gutiérrez en protesta por las altas tarifas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Con pancartas en mano y lanzando consignas a voz en cuello, hacían uso de su legítimo derecho a la libertad de manifestación. No hicieron quemas, ni pintas y tampoco cayeron en el ruin vandalismo. ¿En qué fallaron? ¿Qué delito cometieron para que fueran agredidos brutalmente por la policía? Pues se dice que Rubén Velázquez, harto de los gritos de los asistentes, ordenó: “pártanles la madre”.

Fue así que como encargado de la política interna del estado y protegido por el gobernador Pablo Salazar, Velázquez López actuó con impunidad para cometer una larga serie de injusticias contra los chiapanecos a los que ahora pretende gobernar.

En agosto de 2003, la policía de Salazar, que actuaba igual que la Gestapo de Hitler, le dio un disparo en el pecho a Joel Martínez López mientras conducía el camión en el que se trasladaban estudiantes de la Escuela Normal Mactumatzá, que minutos antes habían realizado una protesta frente a Palacio de Gobierno. Al ser notificado, el entonces ombudsman Pedro Raúl López Hernández corrió hacia al Hospital Regional de Tuxtla Gutiérrez para enterarse de la situación física del joven trabajador. Llegó demasiado tarde. Había muerto.

 

Cuando Rubén Velázquez se enteró de lo que el abogado había hecho, intentó comunicarse con él vía celular pero no le contestaron las llamadas.

Al llegar Pedro Raúl a sus oficinas la primera llamada que recibió al teléfono directo fue precisamente la de Velázquez López, que le gritó enfurecido: “¡No te metas en pendejadas, cabrón!”. Después de eso vinieron las amenazas de muerte, los disparos a su casa y la golpiza que una noche le dieron los presuntos matones del secretario de gobierno mientras el robusto abogado iba por sus medicamentos.

FRUSTRACIÓN Y VENGANZA

No es casual que Rubén Velázquez quiera ser gobernador de Chiapas. Pues sus aspiraciones no son motivas por buenos propósitos, sino por la frustración y la sed de venganza. Estando Pablo Salazar a punto de culminar su administración quiso imponerlo como candidato del PRD a la gubernatura, pero la dirigencia nacional perredista lo humilló y optó mejor por el proyecto de Juan Sabines Guerrero, quien mandó a la cárcel a varios de sus aliados incluyendo a su benefactor.

Este es Rubén Velázquez, enemigo de los chiapanecos, que creció y enriqueció al amparo de Pablo Salazar. ¡Chao!

@_MarioCaballero

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