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DE FACTO

11 Febrero 2017

Miguel Ángel Culebro Acevedo

¿Industrializar Chiapas?

¿Marchar?… Sí, pero para frenar la corrupción.

Por fin detienen a Bersaín Miranda Borraz.

“Nos gusta la mala vida”… versión popular. Y mucho de cierto hay, que cobra vigencia ante los embates contra los intereses que durante los últimos 40 años han perjudicado a todos en el país y en los últimos 23 agudizó la pobreza extrema, hasta llevarnos a la deshonrosa cifra de más de 55 millones de miserables en todo el territorio nacional. Nada ni nadie superior al “privilegio” del ejercicio del poder había aplicado sendas bofeteadas al poder público constituido para hacer reaccionar a los que dicen que gobiernan, para hacerlos entender que ¡esto se acabó!… ya no más corrupción y de ya, aplicar el dinero público de regreso a las ávidas manos que esperan alicientes económicos para producir.

Hacer de este país un ejército de sumisos maquiladores, ensambladores o productores de la mejor calidad agrícola al servicio de intereses extranjeros, con salarios de insultos, trabajando de sol a sol, es el episodio más dramático que le pasó a ésta nación, sometido por Carlos Salinas de Gortari hace 23 años mediante el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, que de un plumazo hace reaccionar a toda la maquinaria gubernamental para confirmar que fue el fracaso más grande, cuya ofensa cometida en contra de más de cien millones de mexicanos, de los cuales obligaron a más de quince millones preferiblemente a emigrar hacia el vecino país del norte, para hacer lo mismo que aquí, con la diferencia de que allá les han pagado en dólares, con la simulación de un estilo de vida de lo que fuera hace 40 años en México: la clasemediera, aunque allende frontera no dejan de ser los pobres y hoy buscados con lupa para deportarlos.

Haber sometido a los trabajadores a los dos esquemas fértiles de la improductividad: a la burocracia, cuya carga presupuestal devora una parte del dinero público, mientras que la tajada del león queda en las manos de “gobernantes” y grandes empresarios, “amafiados ambos”, por un lado y, por el otro, haber conformado otro ejército de “zombis”, recorriendo calles y pueblos emigrados, tocando puertas y emplearse “de lo que sea” o al extremo, invadir las calles para ejercer el comercio informal, hasta vender agua de mar como milagrosa para cambiar la vida y encontrar fortuna, es la actitud imperdonable que Salinas de Gortari provocó con su esquema neoliberal, desmantelando el país, hasta que llegó uno que le dio su merecido a la parvada de buitres que llevaron al hartazgo a la inmensa mayoría.

Es necesario gritarlo a los cuatro vientos para que no se olvide jamás a los presentes y quede registrado para siempre para los que serán, ahora sí, el futuro de México; esos millones de jóvenes que reclaman el país que los sesentones de hoy vimos en la niñez y que como decían los ancestros: “antes, el dinero alcanzaba para todo; hasta para ahorrar un poquito”.

Reflexión que obliga a rescatar viejas pero que pudieron ser efectivas medidas de crecimiento, que traducido al lenguaje de los que manejan el rumbo económico del país, haber incrementado el Producto Interno Bruto en cada rincón de la geografía mexicana, que hoy es urgente y más que necesario rescatar los proyectos engavetados de lo que en su oportunidad mentes brillantes propusieron como “polos de desarrollo”, que no es otra cosa que haber desalentado las grandes ciudades que hoy amenazan constantemente convertirse en zonas fabriles, para convertir a la vez su entorno circunvecino como ciudades dormitorio.

Es decir, invertir el dinero público, de manera estratégica en tecnología, formar –ahora sí- ejércitos de estudiantes bien capacitados, sin más intereses sindicalistas y asistencialistas que enfrentar el reto de producir para comer, tener una vivienda digna, salud con cobertura total gratuita, energía a bajo costo y pago de impuesto tal como es la realidad que el vecino nos obligó a ver y enfrentar los embates que vengan del exterior, para generar empleos bien pagados, sin más sueños ni americanos ni europeos.

Si el desmantelamiento de Pemex, hoy hiciera reaccionar a quienes lo provocaron, siendo Enrique Peña Nieto el último eslabón para el servicio de los extranjeros, tras haber desaprovechado el recurso que el vecino país acumuló, siendo de México los yacimientos y la extracción, para devolverlo con el valor agregado amenazante con alzas injustificadas, y retomaran el valor de Lázaro Cárdenas y regresar a las manos mexicanas lo que nunca debió dejarse en manos perversas, para garantizar la productividad nacional, produciendo gasolina a precios de envidia a los intereses de la competencia globalizadora. Dejar de ser candil de la calle y oscuridad de esta inmensa y tétrica casa.

Y es que esos proyectos engavetados de los llamados polos de desarrollo, no son otra cosa que establecer industrias, sin el pretexto del cuidado del medio ambiente que formó círculos viciosos de la corrupción entre los gendarmes mal acostumbrados de las selvas y bosques con funcionarios -que solo fue para saquear nuestra naturaleza-, industrias que resuelvan la necesidad nacional, no la que fantasiosamente llevó a más buitres de la economía a competir en el mercado mundial por la voracidad de ganar veinte veces más por cada peso invertido, de los cuales, cinco centavos se pagan a los trabajadores sumisos.

Invertir incansablemente en el campo, donde cientos de miles de trabajadores agrícolas están cansados de tocar puertas y en lugar de que se las abran, les mandan cientos de granaderos a desalojarlos, tan solo por exigir lo que legalmente les corresponde. Gritar e insistir que el dinero público debe aprovecharse en producir con calidad y más barato lo que todo mexicano exige con angustia: comer… sí, comer, porque es un ejercicio que a fuerza de la globalización, hay más de 55 millones en extrema pobreza y más de 23 millones en pobreza alimentaria, más lo que se acumule esta semana.

En esas nuevas condiciones de nuestra realidad, hacer de Chiapas un estado industrializado, como enlace comercial con Centroamérica y los países asiáticos, olvidándose de las ofensas del norte, es de ya, sin más miramientos que rescatar los viejos proyectos comerciales, que los hay con mucho polvo y quizá apolillándose. Construir las carreteras que para el lucimiento mediático se ha difundido una y mil veces en los últimos 30 años e invertir en todos los proyectos particulares que sean sustentables, que hay muchos y que lamentablemente por la corrupción y otros intereses no han dejado pasar, con el pretexto de nuevas “reglas de operación”. Cambiar a los corruptos de las titularidades de áreas, que solo piensan en sí, sus familias, amigos y amantes, si no desean mandarlos a la cárcel.

Si a eso le apostamos, no cabe duda que la inversión de 387 millones de pesos para ampliar el aeropuerto “Ángel Albino Corzo”, principal terminal aeroportuaria de Chiapas en el centro de la entidad, con nuevas plataformas de aviación comercial, plataforma remota, área de operación; salas y el todo el edificio comercial, anunciado por el gobernador Manuel Velasco Coello, es entender que ya no hay tiempo para saber que el momento de la inversión real del dinero público es de ya. Y hablando de poner orden, en las recientes horas, por fin fue detenido Bersaín Miranda Borraz, siniestro personaje que a base de chantajes a los gobernadores de los últimos 18 años, paralizando el transporte colectivo, como líder y según versión oficial, uno de los que más ha amasado fortunas con cientos de concesiones de colectivos en la capital chiapaneca, con base a una orden de aprehensión, tras haber paralizado por enésima ocasión el transporte en Tuxtla Gutiérrez, en perjuicio de más de cien mil usuarios obligando a que hasta conductores particulares se sumaran emergentemente a prestar servicio gratuito, ya duerme en “El Amate”, penal que por lo que se ve, a donde irán a parar muchos que han llegado a los excesos en perjuicio de la población, tan solo para amagar al gobierno y obtener lo que quieren. Junto con Miranda Borraz, también fue detenido Franklin “N”, quien portaba una pistola escuadra, calibre .45… ahí está pues… ¡YA!

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