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DE FACTO

07 Febrero 2018

Miguel Angel Culebro Acevedo

Del discurso hueco, a la obsesión del poder.

El discurso hueco, bofo, el que no convence, es el que se les ha acabado a los que aspiran a un cargo de elección popular, principalmente en Chiapas, dónde la lucha férrea, solamente demuestra la obsesión por el poder y, los que aspiran a ser gobernador, han fastidiado a los de a pie, salvo que la muchedumbre acostumbrada, sirve para el acarreo, cuya práctica no demuestra ningún resultado anticipado de triunfo electoral… son las urnas las que reciben votos, no las carpas ni concentraciones masivas.

Ningún aspirante a la gubernatura sabe siquiera en qué condiciones espera recibir la administración que aún con malabarismos lleva a cuestas Manuel Velasco Coello; no tienen la menor duda del desastre financiero y administrativo, cuyos expedientes si se revisaran, destaparían la cloaca que durante cinco años enquistó a nuevos millonarios al amparo del poder, con el pleno consentimiento del gobernador actual.

Nadie ha explicado ni mucho menos, por asomo, qué hacer en caso de encontrar los más escandalosos actos de corrupción y pillaje en la administración actual. Nadie lo ha hecho, porque no saben qué hay en las entrañas de las dependencias del gobierno estatal y mucho menos de los municipios; cómo desviaron recursos y cómo se hicieron millonarios de la noche a la mañana los subordinados de Manuel Velasco. Pero nadie lo dirá tampoco, porque sería como anticipar su derrota, pues el que quiere erigirse como el gran elector, para imponer a su sucesor, -Manuel-, no les perdonaría tal osadía.

Lanzar un conjunto de palabras sin sentido, anticipando tortas, refrescos, playeras, gorras y 200 pesos a los de a pie, a los de siempre, mantiene la esperanza de los que no esperan ningún futuro y mucho menos el desarrollo de la entidad; esa población zombi que sólo estira la mano en tiempos electorales y se deja llevar al acarreo, primero a aplaudir a rabiar al que le indiquen y meses después a exigir servicios y obras… bailar al son que les toquen. En ellos está cifrado el triunfo de los aspirantes, porque en ellos descansa la ambición del poder, en esa población que con migajas se conforma.

Todos, sin excepción dicen lo mismo; aplican el mismo discurso y nada proponen; no explican cómo enfrentar los problemas de subdesarrollo. Prometen, eso sí, el bienestar; dicen que lucharán por la educación, usan el mismo discursos de hace 30 años: de lograr tarifas preferenciales de energía eléctrica, afirman que resolverán los problemas de salud, pero nadie dice cómo pagarán los más de tres mil millones de pesos que adeudan a proveedores de ese sector, muchos menos cómo le harán para contratar médicos y enfermeras y garantizar que no falte medicamentos, porque ni siquiera saben de dónde pueden lograr los recursos que Manuel Velasco no pudo durante los últimos cinco años.

No dicen cómo resolverán la crisis educativa, que por componendas con el magisterio a través de la CNTE y el SNTE, se ha mantenido, cuya actitud clientelar les permite llegar al poder; no explican cómo le harán para hacer valer las plazas que maestros han logrado y los dirigentes sindicales no les han permitido tomar posesión y ejercer el trabajo para el que se prepararon por años. No explican cómo enfrentar los problemas del campo, cómo reactivar la economía y de dónde sacaran el dinero que tanta falta le hace a los campesinos y demás agricultores que urgen y han urgido siempre de esos apoyos para no abandonar sus tierras.

No dicen cómo le harán para evitar la corrupción que impera en obras públicas, que además del famoso diezmo, que pasó del gobierno de Juan Sabines del 15% de moche, al 30 por ciento en la administración de Manuel Velasco y en el que están involucrados diputados y alcaldes, como dueños de constructoras con prestanombres, para adjudicarse las pocas obras, pero que dejan millones de pesos en unas cuántas manos.

Y de todos los problemas que mantienen en el rezago a Chiapas, nadie dice ni dirá nada durante este proceso electoral, porque la intención no es llegar a solucionarlos, sino la obsesión por el poder, para acrecentar fortunas y encubrir a Manuel Velasco, quien a estas alturas, ante la desesperación de contar con impunidad, sabe que el PRI gastará los miles de millones de pesos que sean necesarios para llevar al triunfo a José Antonio Meade e impedir que gana Andrés Manuel López Obrador, a quien favorecen las encuestas por donde se le vea y que no será Chiapas quien ponga el desorden y aliente más al triunfo del Peje. Dilema que sortea el que dejó de ser “Manolo”, para ser sentado en el banquillo de los acusados ante el secretario de Gobernación.

En síntesis, la gubernatura de Chiapas pende de un hilo; el futuro de espirantes a nuevos millonarios y cárcel o destierro, empezando con Manuel Velasco, quien lucha por imponer a su heredero del poder y encubridor que le garantice impunidad… así, o más claro… ahí está pues… ¡YA!

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