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LETRAS DESNUDAS

04 enero 2019

MARIO CABALLERO

EL PRESUPUESTO SOY YO

¿Bajo qué parámetros se elabora un presupuesto gubernamental? ¿Se establecen prioridades, temas de urgente atención o se diseña conforme a las promesas de campaña? ¿Se consideran las necesidades reales de la gente o sólo los ideales del gobernante? ¿La asignación de recursos tiene un propósito bien pensado o nada más se toma en cuenta el espíritu revolucionario del nuevo mandatario? Lo pregunto porque el presupuesto 2019 parece que se realizó sólo para cumplir los caprichos del presidente y no para encaminar a México hacia un mejor futuro.

El presupuesto que ejercerá el gobierno de López Obrador me hizo recordar los viejos tiempos del poderoso PRI, como cuando en 1978 se priorizó la amistad, el pago de facturas políticas, los favores y la corrupción. Ese año el Departamento de Policía del Distrito Federal (hoy Secretaría de Seguridad Pública), al mando de Arturo “El negro” Durazo, recibió la cantidad de mil 908 millones 209 mil 828 pesos.

Si el general Durazo hubiera sido gobernador pudo ser uno de los cinco más ricos del país. La policía de la Ciudad de México tuvo ese año un presupuesto que excedió las posibilidades económicas de 25 estados. Para agrandar más el escándalo, agregaré que ese recurso fue más de la quinta parte de todo lo que le fue asignado a la Defensa Nacional y el 60 por ciento de lo que obtuvo la Marina.

¿Quiere sorprenderse más? Pues el presupuesto del Poder Legislativo solamente fue el 13 por ciento de lo que percibió El negro y el Poder Judicial le llegó un poquito más arriba: 35.49 por ciento. Otras áreas de interés prioritario para la economía nacional, como Pesca, sólo recibió el 85 por ciento y la Secretaría de Turismo ni siquiera tuvo la mitad del dinero que se le entregó a las fuerzas de Durazo.

Se dice que toda esa bondad fue por instrucción del ex presidente José López Portillo, a quien en su juventud Arturo Durazo defendía a punta de golpes. Era, digámoslo así, su guardaespaldas y amigo de camorra.

UN PRESUPUESTO…

El escándalo del presupuesto Durazo es muy similar al que generó el presupuesto de Andrés Manuel López Obrador, quien felicitó a la Cámara de Diputados: “Es una muy buena noticia, porque se autorizan los fondos que nos van a permitir cumplir con todos los compromisos que hicimos para impulsar el desarrollo del país, que haya crecimiento económico, empleos, bienestar, paz y tranquilidad. Vamos a tener crecimiento y va a haber justicia”.

Sería una necedad no aceptar que López Obrador está cumpliendo a su palabra de ajustar el presupuesto con superávit primario, sin comprometer el gasto con recursos que no tiene y sin hacer cuentas alegres sobre los ingresos. Además, deja bien en claro sus prioridades de gobierno, tales como seguridad, energía y bienestar social, esto último bastante identificado con temas populistas como el otorgamiento de becas y el aumento de las pensiones.

Aunque, por otro lado, también están manifestados en el presupuesto los asuntos que no le son prioritarios al presidente, pues le quitó dinero a los estados, municipios, a los otros poderes, a órganos autónomos del Estado, al sector cultural, universidades (que después de la presión rectificó), a las materias de ciencia, tecnología, inglés e internet, por mencionar algo.

¿Recuerda que en campaña prometió recabar 500 mil millones de pesos extras que según él eran desviados para la corrupción? De acuerdo a las cifras que presentan los proyectos prioritarios que hay en el Presupuesto 2019, puede verse que el gobierno de Andrés M. López sólo pudo destinar a ese fin 251 mil 660 millones de pesos, o sea, la mitad del recurso que había previsto y que no proviene precisamente de la lucha contra la corrupción, sino de quitar de aquí y de allá.

Aun así el 56% del presupuesto total de la federación va directo a las Secretarías y programas vinculados con el bienestar social. Por tanto, 100 mil millones serán para pensiones de adultos mayores, 44 mil 300 para jóvenes que ni estudian ni trabajan, 17 mil 300 para becas a jóvenes estudiantes, 16 mil millones para comunidades marginadas y la reconstrucción de daños por los dos terremotos de 2017. Aparte, 23 mil millones de pesos irán a parar a diversos apoyos y créditos al campo y al financiamiento de pequeñas y medianas empresas.

En otro ámbito, el aumento presupuestal en materia de seguridad es sólo para el Ejército, y en energía la mayor parte será para Pemex, que según palabras del presidente la recuperación de la paraestatal como fuente de extracción significará una nueva etapa para la industria petrolera de México, equiparable a la de 1938.

Ahora bien, la inversión en infraestructura busca reconstruir las seis refinerías existentes y construir una nueva. A todo esto, disponer de 18 mil millones de pesos para reemplazar el aeropuerto de Texcoco y 6 mil millones para el proyecto del Tren Maya.

… A LA MEDIDA

¿Notó algo? Sí, todo ese dinero va directo a satisfacer las promesas que AMLO hizo en campaña, y al parecer busca erigir nuevas e inmensas clientelas asistencialistas, esas que mucho daño le han hecho a los mexicanos.

Según Mario Fuentes Destarac, “el asistencialismo público es la acción o conjunto de acciones que llevan a cabo las instituciones estatales con la finalidad de prestar socorro, favor o ayuda a individuos o grupo de individuos en condiciones de desprotección o de vulnerabilidad. Se traduce en la limosna o auxilio que se presta a los necesitados, a manera de una actitud solidaria con el sufrimiento ajeno”.

Pero ¿qué tan responsable es dirigir recursos al socorro y qué beneficios produce al mediano y largo plazo? Importante es saber si ¿pueden las finanzas de México sostener programas asistencialistas y por cuánto tiempo?

Por ejemplo, las becas a jóvenes ninis, el incremento a las pensiones, el apoyo a las colonias marginadas y/o damnificadas son programas asistencialistas, así como muchos otros incentivos al campo que durante décadas el gobierno federal ha entregado sin que la producción agrícola, ganadera o pesquera haya tenido progreso y sin que las personas que recibieron esos apoyos hayan dejado su condición de pobres.

Pensemos que en el pasado no hubo corrupción en el manejo de esos recursos, entonces ¿dónde quedó el dinero que recibieron los campesinos? Por lo regular en las cantinas o invertidos en cosas que no tienen nada que ver con la producción agrícola. Fueron, claramente, millones y millones de pesos tirados a la basura.

Ahora póngase en el lugar de aquel muchacho que no estudia ni trabaja, pero que cada mes va a obtener cierta cantidad de dinero que gastará a su antojo. ¿Querrá estudiar al saber que la beca de los estudiantes es menor a la que recibe en la comodidad de su casa? No lo creo.

Por otro lado, ¿de dónde sacará dinero López Obrador para pagar el aumento de las pensiones y pensionar a los millones de adultos mayores que no tienen ese beneficio?

En resumen, las políticas de base asistencialista, enfocadas a supuestamente mejorar las condiciones de vida y no las capacidades de las personas, sólo producen más pobreza.

En cuanto a la inversión en infraestructura, cientos de estudios señalan el fin del uso de los combustibles fósiles, como el petróleo y el gas, en pocos años. Nada más la comunidad europea tiene contemplado el año 2028 para no utilizar automóviles de gasolina, diésel e híbridos. A la sazón, ¿para qué rediseñar o construir más refinerías cuando éstas pueden dejar de funcionar al corto plazo y, peor todavía, qué van a producir si en México cada día se extrae menos petróleo?

En lugar de pensar en el futuro de los combustibles, el presidente está dispuesto a invertir miles de millones de pesos como si estuviéramos en la década de los sesenta o setenta. Qué absurdo.

Para terminar, la cancelación de la obra de Texcoco está obligando al gobierno federal pagar a los tenedores de bonos una cantidad que puede sobrepasar el costo del aeropuerto que ya no se va a construir. A eso hay que sumarle la inversión de las cinco pistas que López Obrador prometió y al Tren Maya, que aunque parece ser el más viable y ya recibió la anuencia de la Madre Tierra, todavía no cuenta con un estudio de impacto ambiental.

PRESUPUESTO AMLO

Podríamos decir que el Presupuesto 2019 es la viva imagen de AMLO, quien como hemos visto no es un inversionista eficaz en infraestructura, sino ocurrente, muy inclinado a las clientelas, que le quita a todos para satisfacerse a sí mismo. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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