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LETRAS DESNUDAS

15 agosto 2018

MARIO CABALLERO

LA TERRIBLE HISTORIA DEL CAMPO CHIAPANECO

¿Cuánta culpa han tenido los gobernantes de la cruda pobreza que vive el campo chiapaneco? El abandono es quizá el menor de los males, porque desde hace más de cinco décadas los campesinos han cosechado más sangre que vegetales.

Desde los años setenta hay hechos dolorosos que nos hablan de que Chiapas se convirtió en un auténtico sembradío de muertos. Las invasiones de terrenos y las luchas históricas en regiones como Venustiano Carranza, fueron el catalizador que por un lado reveló la indiferencia gubernamental y, por el otro, el odio y el rencor en un estado eminentemente agrario que ha sido botín de líderes defraudadores que se enriquecieron con el infortunio de la gente.

El papel del gobierno y las instituciones es elemental. La función que deben tener no es la de un burócrata, sino la de un agente capaz de asegurar la legítima posesión de las tierras, dar seguridad a la producción y desde luego procurar la paz. Pero las complicidades de los que antes mandaron en el estado crearon un statu quo de cerrazón y violencia.

BAÑO DE SANGRE

En un análisis retrospectivo veremos que Chiapas ha vivido una crisis política recurrente. Nada más de 1976 a 1994 hubo ocho gobernadores en lugar de tres. Eso condujo a una inestabilidad gubernamental en todos los municipios. Y paralelamente a esa crisis del poder político, en el campo y en la ciudad fueron reiteradas las protestas de maestros, campesinos, estudiantes,         colonos y obreros que representaron un paisaje de caos total.

En medio de esa anarquía surgieron diferentes grupos de choque y organizaciones civiles que contaron con la protección de los poderes locales. Y mientras ellos les quitaban las tierras a sus legítimos propietarios, el Estado empleaba al Ejército y a los diferentes cuerpos policiacos para oprimir las movilizaciones.

En el gobierno de Jorge de la Vega Domínguez (1976-1977), siete policías resultaron muertos en el ejido Nueva Providencia, municipio de Ocosingo. Los agentes habían torturado a un campesino y a su hijo de ocho años, razón por la cual fueron atacados por un numeroso grupo de indígenas. La causa del conflicto fue la invasión de terrenos de un familiar del exgobernador.

Ante lo cual, De la Vega Domínguez pidió la intervención del Ejército que tendió un cerco en Simojovel, Huitiupán y Sabanilla. En total fueron 16 los ejidos desalojados y varias escuelas fueron convertidas en cárceles. En esa represión diez indígenas choles y tzotziles fueron asesinados. El cuerpo de dos de ellos fueron lanzados desde un helicóptero y a tres niños los ahogaron.

En 1978, el gobernador del estado Salomón González Blanco ordenó el desalojo de indígenas de Nuevo Monte Líbano, en la Selva de Ocosingo, y soldados del Ejército mataron a dos tzeltales y torturaron a seis. En lugar del diálogo, prefirió usar la fuerza para resolver una supuesta invasión de la finca Hebert Stacpoole, cuyo dueño fue señalado de poseer 100 mil hectáreas de manera ilegítima entre sus hijos y prestanombres.

Aparte, defendiendo a los caciques de San Juan Chamula realizó desalojos, cometió homicidios y expulsiones. En Sabanilla, el Ejército agredió a peones de la finca Xoc y los demás agresores torturaron a dieciséis indígenas choles, saquearon, incendiaron chozas y cosechas y violaron a las mujeres. El finquero Wulfrano Constantino fue acusado de ordenar la embestida y el gobernador simplemente dejó pasar las cosas.

Un año después, siendo gobernador Juan Sabines Gutiérrez, pistoleros a sueldo atacaron a campesinos del municipio Venustiano Carranza y Villa de las Rosas, matando a siete. El caso quedó impune.

En 1980 ocurrió otra masacre en la hacienda Wololchán, en Sitalá. En un primer enfrentamiento entre la oficialista CNC y el Partido Socialista de los Trabajadores, dos indígenas resultaron muertos. En el segundo murieron doce, unos incinerados y otros a balazos. Se dijo que los soldados utilizaron ametralladoras, bombas lacrimógenas y lanzallamas. En las dos operaciones estuvo a cargo el entonces jefe de la 31 Zona Militar, el general Absalón Castellanos Domínguez.

Absalón Castellanos gobernó Chiapas de 1982 a 1988, y en ese periodo no hubo un fomento al campo pero sí asaltos, asesinatos y violaciones a campesinos que fueron perpetradas por las autoridades estatales, municipales y terratenientes. Tal es el caso de los once campesinos masacrados en el paraje Tzakiuc´um, en Chalchihuitán, donde los autores intelectuales fueron los caciques de la localidad.

Otro episodio fue el ataque de los policías judiciales y de seguridad pública contra campesinos de La Lagunita, en Bochil, donde además realizaron quemas de chozas y robos. O el de los finqueros armados que hirieron a balazos a indígenas del poblado La Granja, en Simojovel. En ambos hechos el gobierno protegió a los victimarios.

Quizá el acontecimiento más lamentable fue el de San Felipe Ecatepec, en San  Cristóbal de las Casas, en el que policías estatales arremetieron contra comuneros tzeltales que reclamaban las tierras que habían sido invadidas por funcionarios gubernamentales y particulares. En fin, ese gobierno terminó con 153 asesinatos políticos, en su mayoría indígenas campesinos, 327 desapariciones, 692 detenciones, 503 secuestrados y torturados.

El exgobernador Patrocinio González Blanco tampoco hizo nada a favor del agro chiapaneco y menos por calmar la ola de violencia en el estado. El 28 de diciembre de 1988, fue asesinado Sebastián Pérez Núñez, diputado local y ex dirigente de la CIOAC, por el hacendado Roberto Zenteno Rojas, quien se dio a la fuga.

Asimismo, 47 familias del poblado Niños Héroes de Ocosingo, fueron desalojados por grupos antimotines de la policía de seguridad pública. Por si fuera poco, 70 campesinos del ejido Joaquín Miguel Gutiérrez, de Pijijiapan, fueron emboscados por agentes del Ministerio Público de ese mismo municipio y de Tonalá. Y el 6 de marzo de ese año, Arturo Albores Velasco, fundador de la OCEZ, fue asesinado mientras estaba en la papelería de su propiedad El Círculo, en Tuxtla Gutiérrez. De ese homicidio se acusó al gobierno del estado. Esto sólo por mencionar algunos ejemplos.

OTROS GOBIERNOS: LA MISMA SITUACIÓN

Gobernadores indolentes como Javier López Moreno, Julio César Ruiz Ferro, Roberto Albores Guillén y Pablo Salazar Mendiguchía despreciaron la importancia del campo chiapaneco y no sólo toleraron la rapiña de líderes pillos, también ellos gozaron de inmunidad.

Por otra parte, el exgobernador Juan Sabines Guerrero creó programas como el CODECOA y el CODECOM que nada más sirvieron como tapadera de corrupción. Los millonarios recursos que por ahí supuestamente se canalizaron a los campesinos fueron manejados con plena opacidad. Quienes se encargaron de dirigir ambos programas hicieron jugosos negocios con empresarios a los que les cobraron el diezmo. También repartieron migajas a la gente humilde mientras ellos engrosaban sus cuentas bancarias. Y no podemos olvidar que los conflictos agrarios también se resolvieron con uso de la violencia, como en el caso de Mitzitón donde hubo muertos, muchos heridos y desaparecidos.

UNA VALIOSA OPORTUNIDAD

Por eso la importancia del ofrecimiento del futuro gobernador Rutilio Escandón Cadenas: “Queremos que el campo vuelva a florecer, que haya producción agropecuaria en los ejidos, que generemos la soberanía alimentaria e impulsemos empleos en el medio rural. No vamos a generar programas que se impongan ni a confrontarnos con los hermanos campesinos. Queremos paz a partir de la generación de riqueza alimentaria, y estabilidad a partir del trabajo en el campo”.

No se puede hablar de una Cuarta Transformación del país sin antes voltear a ver al campo. Sin duda el reto para el Doctor Escandón Cadenas no será sencillo, pues tendrá que enfrentarse a viejas heridas que no han cicatrizado y a un mundo de problemas que llevan décadas esperando solución.

“La visión sin acción es un sueño. Acción sin visión es simplemente pasar el tiempo. Acción con visión es hacer una diferencia positiva”, escribió Jack Welch. El gobernador Rutilio Escandón tiene la valiosa oportunidad de cambiar la historia. Está en sus manos la responsabilidad de mejorar la calidad de vida de miles de familias que viven del campo. Y tiene a su favor haber nacido en casa de campesinos y conocer el largo camino al éxito.

Le deseo la mejor de las suertes, porque si a él le va bien como gobernante a Chiapas le irá mejor como sociedad. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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