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LETRAS DESNUDAS

24 Octubre 2017

MARIO CABALLERO

LA DEMOCRACIA DEL PRI

Al cabo de la Revolución Mexicana nació una nueva realidad política en el país: la democracia. Sin embargo, con el paso de los años nos dimos cuenta que podíamos ser partícipes de ésta pero que la decisión final la tenía un reducido grupo de personas que a base de trampas logró retener el poder por más de 70 años consecutivos: el PRI. Más allá del placer de estrenar una etapa con el gusto con que se estrena un uniforme del Cruz Azul para una nueva temporada, pasamos de la dictadura porfirista a la democracia del PRI.

En contra de la tradición priista, el dirigente Enrique Ochoa Reza, un hombre con escasa experiencia partidista, declaró que la selección de sus candidatos, senadores, diputados y presidente, será a través de la convención de delegados, es decir, de un acuerdo entre sus líderes. Y que, adicionalmente, los órganos que se encargaran de llevar a buen puerto la selección de sus candidatos incluirá a una junta de notables que se anunciará con anticipación, en la que será incluido el Presidente de la República.

“Todo país, de alguna forma, deja de existir alguna vez”, escribió Roberto Bolaño. De acuerdo con las palabras de Ochoa Reza asaltan las preguntas: ¿dejará de existir el viejo PRI para darle lugar al nacimiento de un PRI democrático? Y tocante a la incredulidad de muchos, ¿podrán los priistas abandonar sus antiguas costumbres y adoptar el sistema de gobierno que jamás han querido respetar? Ver para creer, dijo el ciego.

EL PRI Y LA DEMOCRACIA

Algún día alguien escribirá la historia de la democracia en México. Quien lo haga deberá relatar la larga relación que el partido de Plutarco Elías Calles ha tenido con ella y sobre ella.

Luego del fugaz régimen de Madero, el primer capítulo de la democracia ocurrió en 1929: por un lado nacía el PRI como una reunión de generales militares que se ponían de acuerdo para repartirse el poder, por otro uno de los intelectuales más importantes de América Latina se lanzaba a la contienda cívica: José Vasconcelos. Ese año el PRI (entonces Partido Nacional Revolucionario) cometió el primero de sus innumerables y más sofisticados fraudes electorales, haciendo que ganara el general Lázaro Cárdenas y Vasconcelos se fuera al exilio.

En 1939 nació el PAN como una institución que recogía los ideales democráticos de Madero y Vasconcelos, aunque también simpatizaba con el franquismo que destruyó las libertades cívicas en España.

Diez años tuvieron que esperar las elecciones para volver a repetirse. En 1940, el general Juan Andrew Almazán, respaldado por el PAN y otras fuerzas políticas, tuvo como adversario a Manuel Ávila Camacho. El día de las elecciones, los priistas robaron las urnas a punta de metralla y asesinaron a decenas de votantes. Como dijera Fidel Velázquez años más tarde, el PRI había llegado a balazos y los votos no lo sacarían del poder.

 Así nacía la democracia en México, y así era como la entendía el PRI.

Parecerá increíble, pero el desarrollo económico y social de México durante el siglo pasado no hubiera sido posible sin el PRI. Fue el organismo que nos convirtió en nación, con marco jurídico, estructura gubernamental, instituciones e identidad, y tanta fue la transformación que impulsó en el Estado que algunos países en África comenzaron a imitarlo. Fue apreciado por su ideología y vanguardismo, pero jamás por sus convicciones democráticas.

En los tiempos hegemónicos, el PRI imponía alcaldes, diputados, senadores y hasta al presidente. Era el partido que desde el poder organizaba y ponía las reglas de la democracia, pero nunca las respetó.

EL SANTO DEDAZO

Si hacia afuera el PRI violaba las reglas del juego para impedir que la oposición ganara espacios en el gobierno, hacia adentro violaba los estatutos que exigen imparcialidad en la selección de sus candidatos. El dedazo fue en el fondo el mejor y el único método para la construcción de ofertas y consolidar las candidaturas. Siendo México un país democrático, los gobiernos eran establecidos por las imposiciones de un solo partido. El nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, la llamó la dictadura perfecta.

El dedazo fue durante muchos años un privilegio del presidente de la República que no sólo elegía al candidato priista a la presidencia, sino a su seguro sucesor. Gustavo Díaz Ordaz escogió a Luis Echeverría; Echeverría a López Portillo; Jolopo a Miguel de la Madrid; De la Madrid a Salinas de Gortari; Salinas eligió a Colosio pero al ser éste asesinado su dedo señaló a Ernesto Zedillo y, finalmente, Zedillo simuló elecciones internas para elegir al candidato priista pero terminó por imponer a Francisco Labastida, que perdió ante Vicente Fox. Esto por mencionar los casos más recientes.

El dedazo prevaleció durante la época del autoritarismo priista. Nadie se oponía a sus designios. Por eso cuando el dedo del presidente bendecía a alguien, los perdedores salían a felicitar al ganador y rendirle su apoyo incondicional, diciendo que el “partido” había elegido al mejor hombre o mujer. Los que se atrevían a contradecirlo o criticarlo, eran condenados al olvido y, en el peor de los casos, enviados a la cárcel por delitos de corrupción.

A parte de las candidaturas presidenciales, por dedazo eran elegidos también los candidatos a gobernador, presidente municipal, diputado y senador. Cuando el Ejecutivo no podía encargarse de elegirlos, un grupo aprobado por él era el que tomaba las decisiones y otorgaba las candidaturas en reuniones privadas. Los dirigentes de partido fungían como adornos y vasallos que únicamente se dedicaban a cumplir las órdenes. Así que no había consensos entre la militancia tricolor, sino una palpable antidemocracia priista.

¿NUEVA ETAPA O SIMULACIÓN?

La democracia es un sistema que implica no sólo el respeto de los derechos humanos básicos, sino además el ejercicio pleno de las libertades constitucionales, la igualdad de oportunidades y la participación de la sociedad en la elección de los gobiernos. Empero, los mexicanos se sienten bastante defraudados respecto a la manera en que el Gobierno y los partidos han conducido el sistema. La corrupción es quizá la razón principal por la que la gente tenga desconfianza y desinterés.

En Chiapas, el priismo también acordó los métodos de selección de las candidaturas que se llevará por convención de delegadas y delegados, respetando la paridad de género y la inclusión de jóvenes. El dirigente estatal, Julián Nazar Morales, dijo: “Las candidaturas recaerán en quienes mueven gente, políticos con compromiso social y líderes de trabajo, para responderle a la militancia que desea que en México se sigan dando los cambios y las oportunidades del desarrollo sostenido”.

A primera vista, estos acuerdos tomados por el PRI son un acto de superación política. Que le esté apostando a la democracia interna para escoger a sus candidatos, es quizá lo mejor que puede hacer en estos momentos de crisis política y desprestigio de los partidos y posicionarse como la mejor opción ante el populismo. Al mismo tiempo, son una respuesta a la demanda social de terminar con los cacicazgos y la herencia del poder.

Hay que tomar en cuenta que al perder la presidencia en 2000, llegó la alternancia democrática a México y con eso se recuperó la confianza en las instituciones. Renovar al PRI e imprimirle estos valores puede recuperarle su prestigio y colocarlo como los preferidos en 2018.

Pero, ¿cómo creerle a Enrique Ochoa Reza que hay un nuevo PRI cuando el PRI ha sido históricamente antidemocrático? ¿Cómo creerle cuando en la pasada Asamblea Nacional quedó claro que será Peña Nieto el gran elector sobre el candidato presidencial?

En fin, el PRI debe entender que el dedazo no es ya la mejor estrategia para retener el poder. Por su antidemocracia se fracturó en 1988 y dio motivo para la creación de un nuevo partido político hecho por priistas: el PRD. Por lo tanto, ¿cómo le harán para que la militancia y la sociedad confíen que el “nuevo PRI” sí respeta la decisión de la mayoría?

Si Ochoa, Peña y, por supuesto, Nazar Morales, no logran encontrar la forma de transparentar la selección democrática de los candidatos y postular a los que en verdad pueden proponer el desarrollo del país y de Chiapas, estaremos confirmando que el supuesto cambio tan sólo se trató de una simulación, una farsa para esconder el dedito. Una imposición de la cúpula partidista demostrará que el PRI tiene valores democráticos hasta que deja de necesitarlos. ¡Chao!

@_MarioCaballero

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