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LETRAS DESNUDAS

29 Septiembre 2015

MARIO CABALLERO

yomariocaballero@gmail.com

DE MENDIGO A MILLONARIO

El tema no podía ser más simple: El escándalo de los 180 millones de pesos que figuran en una de las cuentas de “El Señor” Alejandro Gamboa López y el tóxico proceso de transformación que lo llevó de mendigo a millonario instantáneo, como los muchos que se produjeron en el gobierno sabinista.

La metamorfosis: “Una mañana Alejandro Gamboa despertó y se vio convertido en un hombre rico”. No siempre fue así. Quienes tuvieron la desventura de conocerlo hace no muchos años recordarán que El Señor Gamboa (pobre de aquel que no lo llame de este modo) inspiraba lástima verlo deambular por los recovecos del edificio del PRI en Santo Domingo. Muchos tendrán presente la imagen de aquel joven acomedido pero famélico, con pingajos en lugar de ropa y zapatos desgastados, ofreciendo sus servicios de mandadero a las secretarias y a cualquier persona que se le atravesara en el camino.

Así fue como conoció a Julián Nazar Morales, de quien fue su maletero. Nazar no es conocido por ser un personaje dechado de buenos valores y moral implacable, tampoco por poseer una voluntad acuciosa en el servicio público, sino por sus métodos nada ortodoxos para apropiarse del poder a como dé lugar y hacerse de dinero ilícito. El garrote es el símbolo que mejor lo identifica.

Con el paso del tiempo Gamboa pasó de ser maletero de Nazar a ser su amigo íntimo, posición que le agenció injerencia en los operativos políticos y participación medular en las acciones vandálicas que emprendía Nazar Morales para seguir incrustado en el presupuesto y agigantar su ya grosera fortuna. Fue ahí donde inició la carrera gansteril de Alejandro Gamboa.

Bajo las órdenes de Julián Nazar, Gamboa López armaba grupos de choque para enfrentarse al gobierno, extorsionaba a ganaderos y agricultores, boicoteaba las decisiones partidistas secuestrando los edificios del PRI y amagando con garrote en mano a los militantes para que apoyaran a su patrón, y hasta llegó a defraudar por miles de pesos a cientos de familias de humildes campesinos con la farsa de realizar gestiones ante el gobierno del estado para apoyos al agro chiapaneco.

A partir de ese momento Alejandro Gamboa se olvidó de pasar hambre y ser empleado doméstico.

¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Cómo logró ser quien es cuya prosperidad es una fuente interminable? ¿Dónde quedó aquel hombrecito que las empleadas extrañan porque no había quien se le igualara en rapidez para ir por las tortas y los refrescos, y de quien aún guardan el bonito recuerdo de ser el mejor fotocopiador que haya tenido el PRI en toda su historia?

Alejandro Gamboa –perdón, el señor Gamboa- es un hipócrita que nunca ha desmentido su amor por el PRI, aunque cada vez que puede lo traiciona. Como aquel célebre suceso cuando se supo que al mismo tiempo en que se desempeñaba como asesor en el H. Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, bajo conducción priista, también cobraba como regidor del Partido Verde Ecologista de México en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, en el periodo 2003-2006. O el escándalo que se suscitó al saberse que era perredista desde el 5 de junio de 2005, fecha corroborada con la credencial de afiliación expedida a su nombre.

En el año 2010, Alejandro Gamboa fue ungido dirigente estatal del PRD por obra del inefable Nemesio Ponce Sánchez, con quien logró envestirse de impunidad y cometer las más reprobables bajezas: No se olvidará que en una persecución policial tipo Ripley encarceló a Walter de León Montoya y al maestro en derecho Horacio Culebro Borrayas.

La aprehensión trató de ser censurada mediáticamente pero no lo lograron. Sin embargo, los supuestos delitos de los aprehendidos se difundieron con exagerada ostentación, y en el colmo del bullicio nadie los creyó. En los días siguientes, no mucho se habló del acontecimiento, pero no pudo escapar del sentido común que estos dos personajes (León Montoya y Culebro Borrayas), con gran capacidad para crear movimientos en masa, eran un serio obstáculo para los objetivos políticos de la administración sabinista, sobre todo para Nemesio Ponce y Alejandro Gamboa, que logró el exitazo de su vida en ese sexenio de impunidad y riqueza desmedida.

En su paso por el PRD Gamboa López fue un desastre de niveles irreparables. Con el dinero del partido en las cuentas del banco HSBC, se enriqueció él, su  hermano Antonio, muchos de sus familiares salieron de la pobreza al ser incrustados en la nómina; asimismo, alimentó aviadores, trabajadores fantasmas y a sus amantes. Eso por el lado económico; por el político, hizo del PRD una agencia de colocaciones al servicio de Nemesio Ponce Sánchez, quien repartió los peldaños políticos, diputaciones locales y federales y senadurías a amigos, compadres y personas a modo del gobierno, y de esta manera obtuvieron el respaldo del Congreso del Estado para aprobar lo que al régimen se le viniera en gana y tuvieran presencia a nivel nacional.

A su salida del partido Gamboa impuso para la dirigencia a Luis Raquel Cal y Mayor Franco para cubrirle las espaldas, esconder la dilapidación presupuestal y continuar con el debacle del PRD. Y todo salió conforme a lo planeado.

En las postrimerías de la administración de Juan Sabines Guerrero, en julio de 2012, Alejandro Gamboa fue colocado en la titularidad de la Secretaría de Desarrollo y Participación Social, donde su ambición no conoció límites y el despojo financiero para Chiapas siguió su marcha.

El día 5 de febrero de 2013, en el patio del Palacio de Gobierno, en el marco de la celebración del Día de la Constitución, Alejandro Gamboa profirió la siguiente sentencia lapidaria: “El güero Velasco es mi amigo, mi brother; yo le ayudé a ganar la gubernatura”. Así fue como lo dijo, aunque nunca así fue.

Lo que ahora indigna no es que se pasee por las plazas agarrado de la mano con Pacomoches Rojas Toledo vociferando que Rojas es el mejor para gobernar a Tuxtla, sino las promesas que lanza a mansalva de crear oportunidades de crecimiento, alcanzar la gobernabilidad y el desarrollo para la ciudad.

¿Cómo creerle a Alejandro Gamboa cuando nunca en su vida se ha preocupado por los demás? ¿Cómo creerle cuando lo único que considera importante es su egolatría y esnobismo? ¿Cómo creer que Gamboa logrará darnos el desarrollo y el impulso económico esperado cuando su mayor virtud es el derroche y el escamoteo?

¿Cómo creerle a Gamboa cuando prodigó cientos de miles de pesos para recuperar a “lola” (una perra french poodle con la que jugaba por las tardes en los parques, en los jardines de sus residencias, brincando, acicalándose el uno al otro, pintándose las uñas, y es a la que le debe su mayor tristeza que hasta tuvo que acudir al psicólogo para recuperar su estabilidad mental y emocional) tapizando las calles de Tuxtla con lonas gigantescas donde aparecía la imagen de la perra y en la que ofrecía una enorme recompensa a quien se la regresara o le diera pistas de su paradero?

En fin, Alejandro Gamboa López no tiene autoridad moral para garantizar nada, menos prosperidad. Y la mediocridad, la corrupción y la estulticia son en él monumentos virtuales.

yomariocaballero@gmail.com

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