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LETRAS DESNUDAS

18 Mayo 2021

MARIO CABALLERO 

EL DISCURSO DE EDUARDO BALCÁZAR

Algo parecido a una revolución moral es lo que propone Eduardo Balcázar Castillo, candidato a la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez por el partido Fuerza por México, quien entiende que una cosa muy importante que hay que arreglar aquí es que los políticos que nos gobiernan y los partidos tienen que dejar de robarse el dinero e invertirlo en la sociedad.

Tiene razón. La corrupción del pasado es nuestra ruina presente. Para algunos, Balcázar podrá ser muy joven para competir por un puesto público tan importante como lo es la alcaldía capitalina, pero no por eso pueden restarle méritos a su valor y a la clara percepción que tiene de la realidad que vive el municipio. Conoce los problemas de la gente, tiene ideas frescas y ve en la indignación e intolerancia ante la corrupción la llave para abrir la puerta a un mejor estadio para la capital del estado.

En el discurso que pronunció ayer ante los medios de comunicación dijo que los ciudadanos tienen sólo dos opciones: votar por los mismos de siempre o votar por el futuro, que se encuentra en los jóvenes.

“Durante mucho tiempo se nos dijo que éramos el futuro, imponiéndonos el pasado. Hoy estoy aquí, soy parte del presente de Tuxtla. Las nuevas generaciones estamos listas para sacar de una vez y para siempre a todos esos políticos que no han dado resultados por años y que nos tienen viviendo en las condiciones en que vivimos. Porque todos ellos han sido funcionarios por Tuxtla. Sin embargo, han jugado el juego del gobierno pisoteando los intereses del pueblo…”, dijo.

También en esto tiene razón.

Para argumentar un poco sobre la exposición de Eduardo Balcázar, somos testigos de una nueva época de corrupción y caciquismo gubernamental. Esto se ha comentado con mayor sustento por lo menos desde principios del año dos mil, cuando la alternancia democrática llegó al país, pero nos dimos cuenta que eso no significó un cambio en las formas de hacer política y de ejercer el poder. Continuaron los escándalos de desvío de recursos, la rapacería, el hurto, las obras fraudulentas, etcétera, que surgió y se manejó alrededor de los partidos políticos.

En el caso concreto, se pensó que se respiraría un nuevo ambiente en Tuxtla tras la salida del PRI del poder. Mas no fue así.

Los nueve años de gobierno panista (1995-2004) fueron un larguísimo día de campo. No hubo obras transcendentales durante ese periodo, no hubo un mejor manejo de los recursos públicos, ni un cambio en la manera de gobernar y tampoco sensibilidad y empatía con los ciudadanos.

Por el contrario, el que inauguró esa etapa gubernamental estuvo más interesado en mantener una disputa con el exgobernador Julio César Ruiz Ferro, del PRI, que en encauzar acciones que fomentaran la economía local, reforzaran la seguridad y le dieran estabilidad política al municipio.

El que recibió la estafeta recibió la confianza de los tuxtlecos para darle oportunidad a los panistas para que continuaran siendo gobierno en la capital, pero los resultados fueron igual de nulos. Es más, al final del trienio lanzó la propuesta para la autorización de un bono de productividad para todo el cuerpo de gobierno no contemplado en la ley. Nada más él recibió un bono por arriba de los 2.7 millones de pesos.

Este mismo personaje ahora busca por cuarta vez y tercera consecutiva alcanzar la alcaldía tuxtleca (Paco Rojas), sólo que en esta ocasión tras las siglas del partido Movimiento Ciudadano. Sin duda, su peor oponente en este proceso electoral no serán los demás candidatos, sino su propia historia.

La que cerró la puerta a los gobiernos del PAN fue Victoria Rincón Carrillo, cuya mayor preocupación fue matar zopilotes a punta de pedradas en el viejo aeropuerto de Terán. Ella, incluso, fue la que empezó a endeudar a la comuna tuxtleca. Y esa deuda no ha hecho sino incrementar desde entonces.

A los tres trienios panistas le siguieron once años de gobierno sabinista, en el que políticos corruptos, viciosos, sin escrúpulos y abusivos tomaron las riendas de la ciudad hasta el año 2015.

Esa era comenzó con Juan Sabines Guerrero, quien utilizó la presidencia municipal para llegar al Gobierno del Estado. No le interesó gobernar para el bien de la ciudadanía, sino perseguir puestos de mayor poder. Y él, tras alcanzar la gubernatura, doblegó a las autoridades electorales, manipuló las instituciones, desvirtuó los recursos para destinarlos a las campañas políticas de sus candidatos y cometió una serie de violaciones a las leyes para imponer a sus allegados en la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez.

Uno de ellos fue Yassir Vázquez Hernández, hijo putativo de Sabines, quien además de depredar las arcas municipales heredó una deuda de casi 900 millones de pesos.

Luego vino el gobierno del Partido Verde, que le dio continuidad a la corrupción y a los abusos de poder. Y, finalmente, Carlos Morales Vázquez, quien pretende la reelección a pesar de los malos resultados de su gestión en cuanto a seguridad, economía, obra pública, generación de empleos, manejo de la pandemia, et al.

EL JOVEN CANDIDATO

Por lo mismo, tienen sentido los señalamientos que Eduardo Balcázar hace sobre el pasado y sobre algunos candidatos de hoy a los que califica de representar lo peor de ese pasado corrupto y ominoso. En eso estriba el motivo de su propuesta de una revolución moral o a lo que él mismo sugiere como un llamado de reflexión al voto.

Dice: “Hoy quiero invitarlos a reflexionar si el rumbo que quieren para Tuxtla es el de la inseguridad, el desempleo, el de un Tuxtla que no tiene calles, que no tiene agua, que no tiene luz, que no atiende a los adultos mayores, que no vela por las madres solteras, que no apoya a los jóvenes, ni a los emprendedores y mucho menos a los comerciantes.

“Hago un llamado al voto reflexivo, para sacar, para correr a todos aquellos que nos han fallado… Me emociona saber que puedo hacer algo por todos. Decirles, por último, que ser joven es lo mejor que me pudo pasar en esta contienda porque generacionalmente no tengo la misma edad ni las mismas mañas de los otros candidatos. Eso quiere decir que no tengo ni vengo de la misma escuela de simulación y robo, que no tengo las mismas prácticas”.

Ciertamente, Balcázar no es un político improvisado y mucho menos que haya estado implicado en escándalos de corrupción. Tiene varios años haciendo activismo político al lado de los artesanos, de los obreros, estudiantes y jóvenes, realizando acciones altruistas o en favor de la cultura, el deporte, de apoyo a los nuevos emprendedores, es decir, haciendo política ciudadana, a ras de suelo.

En su comportamiento y en sus dichos demuestra una verdadera convicción de servicio a los demás, inquietud por lo que pasa en su entorno y un espíritu crítico del presente. Esas cualidades lo han impulsado a participar en los asuntos colectivos e inyectarle dinamismo a la vida política y exigencia más allá de las elecciones.

El camino que Eduardo Balcázar ha decidido recorrer es bastante complicado y depende de muchos factores. Pero sea cual sea el resultado que obtenga el 6 de junio, sin duda tiene un futuro prometedor en la política.

yomariocaballero@gmail.com

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