jueves , mayo 2 2024

LETRAS DESNUDAS

23 Septiembre 2017

MARIO CABALLERO

“AQUÍ ESTOY”, DIJO EL PRI

¿Dónde están los partidos políticos cuando más se les necesita?, preguntábamos en estos momentos de dolor y adversidad provocados por los terremotos. Y el PRI, contestó: “Aquí estoy”.

El Servicio Geológico de Estados Unidos reportó que las pérdidas económicas por el sismo del 19 de septiembre podrían alcanzar los 10 mil millones de dólares, es decir, unos 170 mil millones de pesos, que es incluso superior al recorte presupuestal ordenado por Hacienda en 2016.

El mismo organismo, USGS por sus siglas en inglés, alerta que en vista del enorme daño se espera que el desastre sea aún mayor. Estima que las pérdidas sean menores al 1 por ciento del Producto Interno Bruto del país, pero que no deberíamos descartar un impacto en el pronóstico de crecimiento económico. Calcula, además, que las víctimas fatales asciendan a mil muertos por el elevado número de personas desaparecidas, cantidad que las autoridades de Protección Civil estimaban en 600 para la tarde del jueves. A esa misma hora los muertos sumaban 270.

Los cálculos fueron tomados de la Evaluación Rápida para la Respuesta a Sismos Globales (Pager, en inglés), que es un sistema automatizado que toma datos sísmicos de sensores remotos para calcular cómo impactan, tanto en sus movimientos como en sus consecuencias. Algunos expertos afirman que los números de Pager son acertados en más del 90 por ciento, por lo que nos estaríamos aproximando a la segunda peor catástrofe en la historia de México en cuanto a pérdidas de vidas humanas y materiales.

Asimismo, Moody´s, la firma calificadora de riesgos, dijo: “si bien es prematuro hablar del efecto financiero total provocado por el sismo, las cuentas públicas del país podrían verse impactadas y todo dependerá de los daños y el alivio financiero disponible”. También comentó que el paro laboral por el segundo terremoto ocurrido en menos de dos semanas seguirá por largo rato, sobre todo en la Ciudad de México.

En su reporte, dicha institución hizo referencia a la catástrofe de 1985 y argumenta que en ese entonces la economía nacional comenzó a contraerse en el cuarto trimestre y que la disminución del dinero duró hasta ya bastante entrado el año 1986.

Recordemos que el 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana, la Ciudad de México resintió un terremoto originado en las costas de Michoacán con una magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter que duró más de dos minutos. La energía que liberó en sus movimientos fue el equivalente a mil 114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una. El día siguiente hubo una réplica a las 7:37 p.m. con una potencia de 7.5 grados.

En la catástrofe muchos edificios emblemáticos quedaron en ruina o parcialmente destruidos, como el Hospital General de México por ejemplo. En total, más de 30 mil construcciones se cayeron, 68 mil resultaron con daños parciales, hubo entre 150 mil y 200 mil empleos perdidos y no hubo una cifra oficial de muertos creíble, aunque los expertos hablaron de más de 20 mil fallecidos. Las pérdidas económicas fueron estimadas entre los 2.1 y 2.4 por ciento del PIB, el equivalente a unos 170 mil millones de pesos de 2015.

A la sazón, afectaron en la economía los desequilibrios fiscales y la deuda externa posterior de la que habla Moody´s en este 2017.

Por otro lado, de acuerdo con información oficial son más de 60 mil casas y escuelas en Chiapas y Oaxaca las que resultaron dañadas por el sismo de 8.2 grados del 7 de septiembre. Municipios y comunidades enteras quedaron prácticamente destruidos en ambos estados y su reconstrucción costará varios miles de millones de pesos.

Así que podemos advertir que la situación es grave y apunta con ponerse peor. Si este año el país parecía recuperarse de los vaivenes de los precios del petróleo y del dólar, podemos especular que tendremos un cierre de año bastante difícil. Si los cálculos de Pager son correctos, perderemos 10 mil millones de dólares. ¿Cómo le haremos para salir adelante y levantar al país desde los escombros?

No basta la solidaridad colectiva, que ha venido desatando una épica mediática, un reconocimiento internacional y que confirma el orgullo de pertenecer a una movilización autónoma, genuinamente espontánea, admirable, generosa e incuestionable. Tampoco basta el heroísmo de los rescatistas y brigadistas, porque las paredes y los techos no se construyen sólo con la voluntad de la gente, sino se requiere de dinero, y mucho.

AFÁN PROTAGÓNICO

¿Dónde están, pues, los que nos gobiernan? La necesidad de los mexicanos está a la vista y hasta el momento no hay una respuesta efectiva a la exigencia de utilizar los recursos públicos para reparar los daños.

Lo primero que se habló fue de reducir el 50% de la bolsa de 6 mil 778 millones de pesos del financiamiento de los partidos políticos y candidatos independientes para 2018, que es el presupuesto más alto de la historia para unas elecciones en México.

Con esa disminución quedarían 3 mil 435 millones de pesos para los afectados. Pero ¿es posible quitarle dinero a los partidos para reconstruir a Chiapas, Oaxaca, Puebla, Morelia, Tlaxcala y la Ciudad de México?

 

Antes de que las instituciones responsables emitieran una respuesta, apareció el deleznable oportunismo y el afán protagónico de los partidos y los políticos.

El primero en aparecer en escena fue Andrés Manuel López Obrador, propietario de Morena, a quien le resulta fácil prometer y decir que regalará dinero del partido cuando ese dinero no es de él, ni del partido, sino de los mexicanos. Aparte, la Constitución y la Ley General de Partidos Políticos prohíben a los organismos usar dinero para fines partidistas en otros menesteres.

Prometió donar el 20 por ciento de los recursos de Morena, pero en el fondo no busca ayudar a los damnificados, sino construir un puente para su populismo y mesianismo. ¿Por qué? Porque de haber querido ayudar verdaderamente, él y su partido pudieron lanzar una iniciativa a la Cámara de Diputados para que en el Presupuesto de Egresos de 2018 se reasignaran los recursos de los partidos y fueran destinados a la reconstrucción de los estados afectados.

¿No hay oportunismo? Créame, sí lo hay. En un segundo mensaje, AMLO dijo: “Tengo entendido que el PRI ha propuesto que el INE acepte que se done dinero de los partidos a los damnificados […] nosotros lo hicimos primero […] antes de que lo decida el INE nosotros ya habíamos tomado la decisión de destinar este 20 por ciento que puede ser más”. ¿Por qué lo dijo en esos términos? ¿Por qué esa ansia de que supiéramos que él fue el primero en ofrecerlo? Simple, porque busca colgarse la medalla y quedar bien con los electores. Eso se llama oportunismo.

Detrás de él hay muchos más que buscan primero las ganancias políticas de la tragedia y si se puede, si quedan ganas, ayudar al prójimo en desgracia. Véalo por usted mismo, las redes sociales están repletas de comentarios de políticos que repiten la cantaleta o algo parecido a lo de López Obrador.

LA PROPUESTA DEL PRI

Es sorprendente. Mientras AMLO, Morena y otros buscaban prometían lo que no podían cumplir, pretendiendo ganancias políticas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) logró idear la forma de cómo ayudar a las familias afligidas sin violar las leyes ni aprovecharse de la desgracia.

El PRI anunció que donará el 25 por ciento de su presupuesto público anual, lo que equivale a más 258 millones 617 mil pesos, renunciando a este dinero. Es decir, el partido de Calles le regresará al INE dicha cantidad para que sea devuelto a la Tesorería de la Federación y de ahí se destine a los damnificados.

A los días que le siguieron a los terremotos muchos hablamos del silencio de los partidos y sus dirigentes. “Cuando les conviene se quedan mudos”, decíamos. Muchos tal vez no estarán de acuerdo conmigo, pero qué lección nos dio el PRI. Sin hacer aspavientos, sin quererse lucir en los medios y exigiendo a las autoridades que el recurso al que ya renunció sea puesto en manos de quienes más lo necesitan pero vigilando que la entrega sea con transparencia, apegado a la legalidad y, lo mejor de todo, sin tintes políticos.

Sí había una forma de usar el dinero de los partidos para la reconstrucción, el PRI la encontró. ¿Dónde están, pues, los partidos políticos?, preguntábamos. “Aquí estoy”, dijo el PRI. ¡Chao!

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

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