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LETRAS DESNUDAS

18 Abril 2017

MARIO CABALLERO

SABINES: MÁS ASTUTO Y CORRUPTO QUE DUARTE

El mensaje tras la captura de Javier Duarte el pasado Sábado de Gloria, es claro: Dice a todos los ex gobernadores del país que la tolerancia pública para sus prácticas deshonestas va en caída libre, y ellos con ella.

Lo que hoy estamos viviendo es un fenómeno nacional de combate a la impunidad e impartición de justicia, donde Javier Duarte es tan sólo la punta del iceberg de una institucionalidad torcida en la que los gobernadores dañan la imagen del país con sus corruptelas y abusos de poder para luego convertirse en prófugos en busca de refugio.

Dice un dicho popular que “si ves la barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Y si Duarte ya fue detenido podemos pensar que el siguiente será Juan Sabines Guerrero, que para el caso ha sido más astuto y corrupto que Javier Duarte y Tomás Yarrington.

Los dos ex mandatarios cometieron errores inauditos que terminaron en su aprehensión: mientras uno permanecía ligado a la administración del priista Egidio Torre Cantú, en Tamaulipas, el otro había dejado muchos cabos sueltos tras su salida del gobierno, entre estos sus socios, familiares y sus propios hijos.

Cuando entra en funciones el gobierno del panista Francisco García Cabeza de Vaca, su procurador Irving Barrios ordenó que todo el personal del servicio de escolta se concentrara en las instalaciones de la Procuraduría de Justicia de Tamaulipas. Fue así que se descubrió que cuatro agentes estaban comisionados para proteger a Tomás Yarrington. El descubrimiento fue informado a la Procuraduría General de la República (PGR) que inició nuevas investigaciones con la información recabada de los cuatro agentes, que finalmente fue vital para la captura del ex gobernador prófugo.

Javier Duarte abandonó el cargo el 12 de octubre de 2016, supuestamente para enfrentar las acusaciones por el quebranto de 35 mil millones de pesos al erario de Veracruz. Ese mismo día Flavino Ríos es designado como gobernador interino, y Duarte lo felicita “sabedor de su alta capacidad”. Luego, en un helicóptero facilitado por Flavino, Duarte huyó del estado.

Después de eso nada se supo de él hasta que su concuño, José Armando Rodríguez Ayache, fuera sorprendido el viernes 14 de abril en el aeropuerto de Toluca -tanto con los hijos de Duarte como con sobres con miles de euros dentro del equipaje-, quien condujo a las autoridades de México y Guatemala al lugar donde se refugiaba el ex gobernador: el hotel Riviera de Atitlán, en la Bahía de San Buenaventura.

Cayeron por su torpeza.

ASTUCIA Y CORRUPCIÓN

Juan Sabines Guerrero es hijo del ex gobernador Juan Sabines Gutiérrez y del poeta Jaime Sabines.

Inició en la política en 1994, como asesor en Representación del Gobierno del Estado en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México. En 1995, ocupó la Dirección de Servicios Médicos, Desarrollo Social y Asistencial en la Delegación Cuauhtémoc. En 1998, fue secretario general adjunto del PRI Chiapas. Después se desempeñó como Secretario General y, luego, como Presidente del Comité Directivo Municipal de Tuxtla Gutiérrez.

En 2001, es electo como diputado local por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y en 2004, como presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez. Dos años más tarde se retira del puesto y busca la candidatura al gobierno del estado, pero el PRI se la niega. Entonces renuncia a la militancia y se vuelve candidato por la coalición “Por el Bien de Todos” (PRD, PT, Convergencia) y gana la gubernatura por un estrecho margen frente al priista José Antonio Aguilar Bodegas. Hay quienes dicen que no ganó por él, sino por su famoso apellido.

Sabines Guerrero prometió en campaña el cambio y el progreso, pero a su salida dejó un Chiapas sumergido en la pobreza y la marginación. Incluso superó la cifra del famoso “Moreirazo” (el endeudamiento por más de 30 mil millones de pesos durante el gobierno de Humberto Moreira en Coahuila), al heredar al estado una deuda de más de 40 mil millones de pesos.

Al contrario de Javier Duarte que tuvo que huir del país por temor a ser arrestado, Juan Sabines salió del gobierno por la puerta grande, blindado, pues contó con el respaldo del Congreso local, de diputados federales y senadores, así como también de empresarios poderosos que se vieron beneficiados durante todo el sexenio. Tal es el caso de Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca y del Grupo Salinas, que como último “regalo” recibió de Sabines la concesión minera del municipio de Acocoyagua con duración de 20 años, para la extracción de titanio, hierro y magnetita.

Juan Sabines creó una mafia. Un monstruo de mil cabezas. Por un lado, colocaba en puestos clave a secretarios de gobierno y funcionarios a modo, asimismo, alcaldes y diputados. Por el otro, jugaba con el poder y la influencia de los organismos sociales, de los sindicatos magisteriales y pactaba con los partidos políticos el truque de candidaturas por dinero, las dirigencias estatales como la del PRI que le obsequió a Arely Madrid Tovilla en 2007 y los cargos plurinominales.

Es decir, utilizó su poder para someter a voluntad a los otros Poderes del Estado y todas las dependencias de gobierno, para beneficiar y beneficiarse, y planear su salida “con la frente en alto”. Con impunidad.

 

Bajo esa práctica Sabines Guerrero impulsó la candidatura de Zoé Robledo al Congreso del Estado en 2010. Y, en junio de 2011, hizo que éste fuera elegido presidente de la Mesa Directiva del Congreso. Desde esa posición Robledo Aburto amenazó y coaccionó a actores políticos, líderes sociales, alcaldes e incluso a otros congresistas que se atrevieron a criticar u oponerse a las órdenes del gobernador Sabines.

En el ocaso del sabinato, Juan Sabines envió al Congreso local 23 iniciativas de reformas a la Constitución de Chiapas, a leyes secundarias y diversos decretos para garantizar el cierre de su gestión. Y solicitó un crédito por 5 mil 500 millones de pesos para la transición de gobierno. Empero, dichas solicitudes causaron indignación entre la sociedad chiapaneca y clase política.

Sin embargo, a pesar del gran encono social el pleno del Congreso del Estado le autorizó al gobernador Sabines un préstamo de 3 mil 870 millones de pesos, el 3 de octubre de 2012. Zoé Robledo fue el orquestador del fraude. Fue quien inspiró el proyecto y obligó a los congresistas para que aprobaran, además, el grupo de reformas legales para que Juan Sabines no fuera enjuiciado por el monstruoso latrocinio cometido al erario público.

Así fue, por la parte legal, como se blindó y blindaron a Sabines.

En 2007, Sabines Guerrero ordenó que Humberto Blanco Pedrero, quien en 2006 fue acusado del desvío de más de mil millones de pesos de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, según la Averiguación Previa 91/UEIDCSPSAJ/06-III, fuera nombrado Auditor Superior del Estado. Y desde ahí Blanco Pedrero limpió la corrupción del régimen sabinista, blanqueó y comprobó la cuenta pública del Estado y de los presidentes municipales ligados al sabinato, de las secretarías de gobierno y, finalmente, ocultara el fraude de más de 40 mil millones de pesos entre deuda pública y deuda a proveedores.

Por eso no es extraño que en plena Semana Santa, Blanco Pedrero fuera designado en lo oscurito como Contralor General de Chiapas promovido otra vez por Juan Sabines. Como quién dice, Blanco regresó al poder para terminar el trabajo que dejó pendiente en diciembre de 2013, cuando renunció al Órgano de Fiscalización Superior del Estado.

LA OBLIGACIÓN DE PEÑA

Corre el rumor de que Juan Sabines Guerrero financió con 7 mil millones de pesos la campaña de Enrique Peña Nieto, y que con esa aportación compró impunidad y el nombramiento de Cónsul en Orlando, Florida. Y hay quienes aseguran que durante gran parte del sexenio recibió 5 millones de dólares mensuales del Cártel de Sinaloa para que lo dejaran operar en la frontera sur.

Juan Sabines fue a la vez corrupto y astuto. Duarte no. Mientras se enriquecía con el dinero de los chiapanecos y protegía los escándalos de corrupción de sus allegados; por otro lado, controlaba el Congreso a través de Zoé Robledo para modificar las leyes y protegerse, y tenía al contador Humberto Blanco para ocultar las pruebas del monstruoso desfalco.

Juan Sabines Guerrero es un caso extremo de excesos e hipomanías, que ostenta un Consulado que no merece. Y el presidente Peña Nieto tiene la obligación de hacerlo renunciar. Con ello estaría demostrando que los encarcelamientos de los ex mandatarios no son una cacería de brujas con fines electorales, y que tampoco Duarte es un “chivo expiatorio”, sino que son auténticos actos de justicia, de moral del gobierno y de reconstrucción social. ¡Chao!

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

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