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LETRAS DESNUDAS

19 Septiembre 2016

Mario Caballero

Matrimonio igualitario: ¿avance o abominación?

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él… Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre… Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá su mujer, y serán una sola carne.

Génesis 2:18, 22, 24. Reina-Valera (1960).

¿Es la legalización del matrimonio gay un avance en una etapa de modernización de las leyes y de respeto a la igualdad ante la ley o una abominación, un atentado a los mandatos de Dios y de toda moral?

El presidente Enrique Peña Nieto lo llamó “matrimonio igualitario, pero se trata de permitir el casamiento entre personas del mismo sexo. El 17 de mayo, el Ejecutivo presentó al Congreso de la Unión la iniciativa de modificación al artículo 4° constitucional y al Código Civil Federal a fin de reconocer como un derecho humano que todas las parejas homosexuales puedan contraer matrimonio sin ninguna discriminación.

En las 32 páginas que integran el documento también se habla de la adopción, la identidad de género y el divorcio sin expresión de causa. En total, cuatro los temas a legislar.

Y este anuncio no ha sido muy bien recibido por el clero católico, las organizaciones defensoras de los derechos de los niños, las iglesias protestantes y por la gran mayoría de la sociedad civil. Ya bastante molesto era que el gobierno perredista de la Ciudad de México hubiera legalizado el matrimonio homosexual como para que ahora un presidente priista motivara una reforma a la Constitución que lo avale en todo el país.

El 01 de abril de 2001, Países Bajos fue la primera nación europea en legalizar el matrimonio gay. Considerándose como un avance en el tema de los derechos humanos. Dos años después le siguió Bélgica. En el 2005, España. Y el primer país americano en aprobarlo fue Canadá, el 20 de julio de 2005. Actualmente son ya veinte los países en el mundo los que reconocen dicha unión.

Pero repito: ¿Es un avance o una abominación?

El matrimonio es una institución social y religiosa reconocida por las leyes de cada país, y viene de un milenario proceso de ceremonias y contratos que elevan al nivel de dignidad la unión entre hombres y mujeres. La etimología se encarga de comprobar este argumento.

La palabra proviene del latín matris, genitivo de mater, que significa “madre”, y de munium, que puede interpretarse con “gravamen o cuidado”, viniendo matrimonio a significar “cuidado de la madre por el marido o la protección de la madre por el esposo”, implicando la obligación del hombre hacia la madre de sus hijos.

Aunque el matrimonio es producto de una época cuyo concepto sigue cambiando y que en nuestros días pareciera ser más un contrato de obligaciones económicas que un juramento de amor y protección mutua entre los cónyuges, no es motivo para introducirle cambios en su esencia y su razón de ser porque más allá de ampliarlo y mejorarlo con estas entusiastas innovaciones legales lo están convirtiendo en una ley carente de toda legitimidad que destruye el origen de la familia natural. ¿Por qué?

El enlace entre un hombre y una mujer, así como el sexo con fines reproductivos, se concibe con el objetivo de formar familias con esposo, esposa e hijos que es parte implícita de la naturaleza humana y que tiene el derecho de ser protegida por la sociedad y el Estado. Y en este caso el gobierno está incumpliendo al querer imponer una ley antinatural a una sociedad que por los siglos ha sido conservadora, tradicionalista y respetuosa de las leyes divinas.

Lamentablemente, en la historia reciente esta actitud contra natura de los gobernantes ya ha cobrado sus primeras víctimas: El 21 de diciembre de 2009, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) con 39 votos a favor, 20 en contra y cinco abstenciones, aprobó el matrimonio homosexual, convirtiendo a la Ciudad de México en el primer lugar de América Latina en permitir estas bodas.

Hoy, estados como Quintana Roo, Chihuahua, Coahuila, Colima, Estado de México, Morelos, Michoacán, Campeche, Jalisco y Nayarit han legalizado también los casamientos entre homosexuales. Junto a la Ciudad de México, son once los estados de la República que consienten estos enlaces.

Por más que quieran colgarle estandartes mesiánicos a esta iniciativa de ninguna forma puede ser aceptado como un avance para la sociedad mexicana en temas legislativos o de protección de los derechos humanos, porque es una modificación injusta, que no atiende a la razón ni persigue el bien común. Es injusta porque es sectaria, porque pretende favorecer a unos cuantos sobre los derechos del resto de la población, porque incluso atenta contra el derecho de inocentes: los niños.

En el caso de la adopción, ¿realmente necesitamos que un científico venga y nos diga que un niño tiene el derecho a una madre y un padre? ¿O que nos haga ver las diferencias entre los niños y niñas criados por gays o lesbianas y los que son formados por una pareja hetero?

Hay cientos –quizá miles- de testimonios de personas que afirman que su niñez bajo el cuidado de homosexuales fue un infierno. Cuenta Robert Oscar López, profesor de la Universidad Estatal de California, criado por su madre y su pareja lesbiana hasta la edad de 19 años, que durante su infancia tuvo mucha más presión que ningún otro niño, porque era forzado a mantener en secreto las cosas negativas que sucedían en su casa. A él le era prohibido manifestar sus sentimientos de rechazo a la relación de su madre y no podía sentir enojo porque a menudo tenía que lidiar con la ira de la pareja y la oposición de la familia, incluso de los psicólogos gay, profesores pro gay y la comunidad LGBTTTI.

Heather Barwick, una mujer que fue educada por lesbianas envió una carta a la comunidad gay, diciendo: “Comunidad gay: soy hija de ustedes. Mi mamá me crió con su pareja del mismo sexo en los 80 y 90´s. Amé a la pareja de mi madre, pero otra mamá jamás podría haber reemplazado al padre que perdí”.

APOYAR LA RESISTENCIA

Por estas razones no podemos sino apoyar la resistencia contra el matrimonio igualitario y la adopción para las parejas gay que encabezan varias organizaciones civiles como el Frente Nacional por la Familia. Y hay que entender que este movimiento opositor no es motivado en ningún momento por la homofobia y la discriminación, sino por la defensa de lo más sagrado que tiene el hombre en la vida: La familia y los niños.

Los legisladores tienen frente a sí la tarea de recoger la opinión de los millones de mexicanos que desaprueban la iniciativa del presidente Peña Nieto, donde según la encuesta realizada por el Centro de Estudios Sobre Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, un 46 por ciento de la población está en contra de los matrimonios entre homosexuales mientras un 41 por ciento está de acuerdo. En cuanto a la adopción un 66 por ciento de los encuestados considera que la adopción de parejas gay vulneraría los derechos de los niños. Y no están equivocados.

Muchos no estarán de acuerdo, pero la intención presidencial de favorecer a una minoría está afectando la moralidad del país, los buenos principios, los valores, el concepto de la familia y el desarrollo emocional pleno de los niños quienes a la hora de ser acogidos no tienen la mínima cognición para decidir por ellos mismos ni para defender sus derechos.

Se habla de que el gobierno federal está siendo presionado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Banco Interamericano, el Banco Mundial y las empresas transnacionales para sacar adelante la aprobación del matrimonio homoparental.

Así que por el bien de la nación, de las familias mexicanas y los niños, no podemos quedarnos con los brazos cruzados y esperar el desenlace de este drama.

Sumémonos a la protesta de los miles de hombres y mujeres que ya dijeron no al matrimonio gay; apoyemos la “Reforma por la familia, por los niños y por todos” que impulsa el Consejo Mexicano de la Familia que entregó desde febrero pasado una iniciativa que contó con la aprobación de más de 200 mil personas que pidieron reformar el mismo artículo 4° constitucional pero reconociendo legalmente el matrimonio natural hombre-mujer como base y fundamento de la familia.

Solamente así impediremos que se imponga la abominación y que México se vuelva otro Sodoma y Gomorra. Au Revoir.

@_MarioCaballero

yomariocaballero@gmail.com

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