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DE FACTO

21 Abril 2017

Miguel Angel Culebro Acevedo

“No tienen madre; cada vez son más cínicos…”.

Hambrientos, más: sin consciencias.

“No tienen madre”, “qué poca madre”, “son unos hijos de su maldita madre”, “cada vez son más cínicos”, “ya saquearon al país y nadie hace nada”, y así, una serie de expresiones que seguramente usted amable lector ha escuchado por doquier y quizá, hasta lo ha pronunciado, ante el saqueo indiscriminado y sí, es histórico, porque nunca como ahora, la llamada “clase política” se había atrevido a tanto a la luz del día y ante el conocimiento de todos. Pero lo que no sabe la inmensa mayoría de mexicanos y mucho menos esos más de 60 millones de entes que deambulan por la torta contaminada y la bolsa de agua fresca en los acarreos (hay que reconocer que ahora hasta material de construcción y enseres domésticos caros les dan) es que han dejado que les arrebaten la consciencia, como resultado del plan: “administración de la pobreza”.

México tiene una larga historia de políticas públicas disfrazadas de atención a grupos vulnerables o de pobreza. Desde hace cinco siglos, en este país se diseñó el plan de administrar la pobreza, luego de la evangelización y por supuesto la clara intromisión de poder del clero, que a la par de feudales, mantuvieron la esclavización y después, al paso de los años, hace más de 200 años, empezaron a crearse los mitos, consagrados a partir de 1910, disfrazada con “el triunfo de la revolución”.

Lo que la inmensa mayoría de mexicanos no han percibido, es que la separación entre ricos y pobres es y ha sido siempre la constante, que ubica por siglos a una clase dominante sobre los explotados, que ha sido materia de estudios y símbolos además de luchas de clases, imponiendo modelos de convivencia, desde el sometimiento, hasta “la peligrosa metamorfosis” del comunismo y el socialismo, generando un reducido sector de pensantes y dispuestos a cambiar las condiciones de vida de esa explotación, para hacer de este país el de la soñada justicia social.

La administración de la pobreza se recrudeció en México a partir del inicio de los años setentas. Luego del peligroso movimiento del 68, que sepultara mediante la represión militar los rescoldos del marxismo, es decir, del comunismo y cerrarle la puerta al socialismo, se empezaron a diseñar programas asistencialistas a partir de Luis Echeverría, en pleno auge de la lucha por la productividad agrícola, que diera paso además al asistencialismo corporativo partidista, a través de la Confederación Nacional Campesina, a fin de frenar el crecimiento del malestar de los trabajadores de la tierra y proteger los intereses latifundistas. De paso, también se crean organismos presuntamente orientados a la preservación de los bosques, que no fue más que la protección de la tala inmoderada y el saqueo creciente; inicio del saqueo de maderas preciosas de la Selva Lacandona.

A partir de entonces, nació el Programa de Inversiones para el Desarrollo Rural Pider (1970-1982), luego la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos  Marginados   Coplamar (1976-1983), los Programas de  Desarrollo Regional (1983-1988), el Programa  Nacional  de  Solidaridad Pronasol (1988-1995), el Programa de Educación, Salud y Alimentación –Progresa- (1997 a  la fecha) y el Programa de  Atención a 250 Microrregiones, en el gobierno de  Vicente  Fox,  además del Procampo, son parte de una historia de la que muy poco se ha  escrito.

Han sido útiles para generar apoyo popular para  el  presidente  de  la república en turno, y para  atender zonas conflictivas  o  potencialmente  conflictivas en términos  políticos o sociales. Más que buscar soluciones a la pobreza, están orientados a mantener la estabilidad política de grupos encumbrados, donde participan la iglesia, los empresarios y los políticos, disfrazados estos en familias que se han empeñado en ir heredando el poder, para mantener el control de la riqueza, separando aún más a los pobres, buscando mecanismos para que cada vez se sumen más y regresar, en ese círculo vicioso, al inicio de la esclavitud.

El Pronasol es presentado como el primer programa de combate a la pobreza en nuestro país. No presentó cambios en las variantes de la administración de la pobreza, salvo que presupuestalmente se orientó a mantener “el bienestar” de los más pobres y no de las clases populares. Es decir, Carlos Salinas de Gortari inicia con el nuevo modelo de la administración de la pobreza, quitando de en medio a la clase media, difícil de administrar, haciendo creer a este sector que al entrar a la globalización, con su modelo neoliberal, la clase media podía aspirar a ser los nuevos ricos, sentenciados a trabajar incansablemente para lograr ese propósito, en tanto a los pobres, mantenerlos con el sueño de que es el gobierno quien les resolverá sus necesidades.

Desde entonces, a la par de un código no escrito, el grupo de poder económico y político creo un pacto y el manual para administrar la pobreza, utilizando a los medios de comunicación, desde la radio y la televisión, como distractores, que sumados a ese plan, la iglesia católica mantiene su cuota de poder, desde el púlpito hasta las celebraciones, que acordes al dinero del erario público, mantienen a los pueblos, comunidades y ciudades complejas, la distracción con eventos de feria y otros espectáculos, a fin de ocupar la mente de los pobres y entretenerlos, junto con la dádiva que las instancias de gobierno van suministrando periódicamente, cada vez más tardío, midiendo hasta dónde puede llegar la gente manipulada a pensar en su existencia frente al asistencialismo.

Una muestra de la manipulación de la pobreza y de los mexicanos dispuestos hacer lo que les ordenen desde las instancias gubernamentales, es el acarreo que se programa para este sábado 22 de abril, engañando a la gente y ésta a su vez dejarse engañar, para asistir al estadio Víctor Manuel Reina, a la concentración del supuesto informe legislativo del senador Roberto Albores Gleason, que en realidad demostrará el control político para su segundo destape como aspirante a la gubernatura, pretendido heredero del poder de parte de Manuel Velasco Coello.

Al evento se está engañando a la gente y manipulando, que deben acudir para recibir lo del programa Prospera; lo grave, es que los que acudirán, no están interesados si en realidad es para eso que los acarrean o en realidad para fortalecer el disfraz del poder aparente que pretende Roberto Albores Gleason.

Todos los programas asistencialistas que se aplican, sobre todo en Chiapas, donde se ha agudizado aún más la pobreza y se ha idiotizado a una inmensa mayoría de los pobres, están excediéndose al no medir la reacción de la sociedad, que al prolongarse más el “beneficio” de las dádivas, los manipulados reaccionan no solo con las mentadas de madre al gobierno, sino con malestar que se hace patente a la hora de recibir el asistencialismo.

El plan de administrar la pobreza está a prueba en el estado de México, donde miles de millones de pesos que está aplicando el PRI, de la mano con el dinero público que maneja el Verde Ecologista y, pese a que rebasa la lógica de que entre más dinero den a los votantes, más seguro puede ser el triunfo, la duda persiste en las filas del tricolor, arreciando la convicción, de que “cueste lo que cueste hay que ganar”.

Y los más de 60 millones de pobres de este país, por estar distraídos y ya casi acostumbrados a que el gobierno “tiene la obligación” de resolver sus necesidades, ignoran cómo salir del letargo y enfrentar la realidad para hacer cambiar el sistema político mexicano, porque la dádiva es costumbre… ahí está pues… ¡YA!

 

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