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El prejuicio de tu boca

25 Marzo 2014.

Rosemberg Román

–Es que no me gustas, nada de ti me gusta. Me dices con tu voz tierna, franca, directa; tienes esa habilidad de mezclar la ternura de tu sonrisa, con la crueldad y dureza de una piedra, de esas que te tiran desde el frente sin poder moverte. Te escucho atento, pensante, en verdad no era la primera vez que lo oía de tu boca; ese “me gustas” era quizá lo único faltante para poder acercarme a ti de mejor manera y poder así acompañar la vida más allá de los pensamientos.

–No te gusto; lo acepto, lo entiendo incluso, pero me gustaría preguntarte ¿Qué de mí no te gusta?, ¿el cuerpo, la apariencia, esta silla de ruedas tal vez? –Para ser honestos a mí tampoco me gustan mucho; es cierto no es gran cosa para presumir a tus amigas o tu familia como el novio, esposo o compañero elegido. Pero tal vez, en mi defensa debo decir -¿y todo lo demás de mí tampoco te gusta? ¿Mi carácter, mi generosidad, mi bondad, mi caballerosidad, mis atenciones, mis metas, sueños, destinos, mi vida diaria y común, “mi vida contigo” tampoco te gustan? –si dices que no, cometerías el error del prejuicio, pues lo cierto es que todo de ahí desconoces, – y nadie puede decir –“no me gusta” de algo tan incierto.

Debo agregar a mi defensa que –soy más que una silla con ruedas, un cuerpo o una apariencia cualquiera sea la forma, y que todo lo demás, el hombre, el compañero, –el ser que te ama-, todas estas cosas son a decir verdad, partes de una película que te has negado a ver. En conclusión: –No puedes juzgar a “ese yo que sería contigo” si nunca te has dado la oportunidad de conocerlo. Para colmo, con el tiempo aprendí que eso del “amor y el desamor” surgen justo de: “conocerse”. No se me ocurre ni habrá nunca otra manera de “convencernos”, y digo “convencernos” porque así, lo tuyo no es distinto de los que creían que “la tierra era plana” hasta que supieron lo contrario; entonces si no es a través de descubrir y “conocerme”, de acompañarte, de emocionarte, perderte o encontrarte en lo cotidiano de los días y de que tú cedas y des la oportunidad de ser yo el hombre que quiero ser contigo, así y sólo así tu “no me gustas” sería una sentencia sensata.

Concluyo en mi defensa, que amarnos es lejos de ser la causa de lo conocido, a ser en mucho, la oportunidad de descubrimos como seres únicos el uno frente al otro.

PD. Hace ya varios días, meses, salidas, encuentros y momentos de esa charla, y hoy, nos seguimos descubriendo. Te quiero así, linda, loca, conmigo.

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