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DE FACTO

14 Febrero 2017

Miguel Ángel Culebro Acevedo

El lastre de las deudas: corrupción.

¿Y la inversión para cuándo?

La corrupción, “madre de todos los vicios”, ha llevado a la orilla del precipicio la vida empresarial y comercial en México; son las tres instancias de gobierno quienes descapitalizaron a las medianas y pequeñas empresas, que miles, en cada entidad, en tan solo los últimos cuatro años se fueron a la quiebra, principalmente por los cochupos a los que funcionarios de todos los niveles hicieron del ejercicio público un deporte con actos ilegales, sometiendo al sueño de prosperidad a los comerciantes y pequeños empresarios, enriqueciéndose a costa de ellos, dependiendo el sapo la pedrada.

A la par, los “gobernantes” de los tres niveles heredaron administraciones saqueadas y mega endeudadas, porque –hoy ya es público- la mayoría de los gobernadores, -actuales o recién salidos y huyendo- aportaron miles de millones de pesos a la campaña de Enrique Peña Nieto, para a fuerza de tarjetazos, entrega de enseres domésticos, despensas, material de construcción, tinacos y demás dádivas, literalmente compraron el voto de millones de mexicanos que hoy están sumidos en extrema pobreza. Esa sustracción del erario público ilegal les garantizó impunidad.

A estas alturas, a solo dos años de que termine la peor pesadilla de los mexicanos –todos-, que ahora no se salvan ni los grandes magnates que manejan a la par el poder político, tras las bravuconadas y mensajes claros del vecino del norte, no hay vuelta de hoja, sino la llamada de atención para deponer las prácticas corruptas de siempre y enderezar el burdo, desgastado y ofensivo discurso de los que dicen que gobiernan y pongan sus barbas a remojar, pese a que ya tengan además viajes pagados para largarse del país a pretender disfrutar sus inmensas fortunas mal habidas. Y la insistencia de que es ahora cuando deben aplicar el dinero público en favor de las clases más desprotegidas, para que éstas inviertan en proyectos sustentables, -que hay miles de ellos reclamando apoyos- porque no les dará el tiempo para más simulación y engaño, así digan una cosa y en los hechos sea otra.

El pillaje practicado en los tres niveles de gobierno, encabezados por las cúspides de poder, desde los municipios, hasta las complicidades del gobierno federal, arrastraron a miles de comerciantes y pequeños empresarios a una cadena de deudas, tanto con agiotistas, la banca comercial y hasta con dependencias de gobierno que actuaron como usureros, prestando dinero público a través de bancos, aplicando tasas de interés que hoy son impagables.

En ese contexto, cada entidad tiene el record mundial de deudas públicas y a proveedores de bienes y servicios, atrayendo la atención de empresas calificadoras de deudas en este país, que ignoro en que se basan para otorgar esos puntajes, en tanto que la realidad de las deudas de cada entidad rebasan las estadísticas que públicamente se dan a conocer, como si les pagaran desde cada estado para reducir los puntos y las calificaciones, mientras que si de deuda pública entienden solo lo que han adquirido como créditos de la banca comercial o en complicidad con instancias del gobierno federal, hacen omiso el escenario dramático de las deudas a particulares, que en muchos de los casos, los gobiernos estatales rebasan lo que deben a otras instancias.

Y llama la atención que en Chiapas, uno de los estados más endeudados en el país, -que por cierto el gobierno actual, a través de su secretario de Hacienda, Humberto Pedrero, solo reconoce una deuda heredada de casi ¡Veinte mil millones de peso!, hoy, según la empresa calificadora «Moodys» ubica a la entidad como un gobierno económicamente estable. Lo ubica entre los diez estados menos endeudados; ¿cómo estarán los demás?.

A respecto, el gobernador Manuel Velasco Coello sostuvo que en su administración no ha adquirido un solo peso de endeudamiento desde que inició su administración en 2013, hasta 2016.

El deslinde de Velasco a los compromisos contraídos, lo lleva día a día a desnudar la realidad que prevalece en Chiapas, uno de los estados más pobres del país, sino es que el más pobre, donde se cometió la falacia más grande, de haber utilizado como escenografía –una vez más- a la pobreza y los indígenas como estandarte, para dar a conocer ante el mundo, con un corrupto más como aval que sorprendió a todos –Lula D´Silva- para emprender la simulación más perversa que se haya ocurrido a Enrique Peña Nieto, el de la Lucha Contra el Hambre y la Pobreza, siendo precisamente esta coyuntura clientelar para las urnas, para desviar miles de millones de pesos y profundizar más los índices, cuyas cifras hoy rebasan los 55 millones de mexicanos  en extrema pobreza. Cifra que por supuesto va en aumento.

Y digo que sorprende la coyuntura de deslinde que marca Velasco Coello, porque ahora da a conocer que en gobiernos anteriores, que claro está, sindica la responsabilidad mayor en su antecesor, Juan Sabines Guerrero, le heredaron millonaria deuda, de la que en su oportunidad Manuel Velasco dijo que pagaría, pero que en los hechos no todos han recibido el pago que legalmente y legítimamente les corresponde, tras haber sido proveedores o prestadores de servicios del gobierno chiapaneco.

Velasco dice que  gobiernos del pasado que duplicaron el número de plazas en el sector público, generando un quebranto y un déficit estructural en las finanzas estatales, que su Gobierno actualmente está corrigiendo. Reconoció que hay mucho trecho por recorrer, sin embargo, dijo que “se están colocando los cimientos para lograr que las finanzas estatales puedan cumplir de mejor manera sus objetivos de financiar más proyectos de desarrollo”.

Si no hay deuda pública adquirida por su gobierno y persiste la deuda que el mismo secretario de Hacienda del estado reconoció en la glosa del cuarto informe estatal ante aplaudidores diputados locales, la pregunta obligada es: ¿cumplirá Manuel Velasco Coello con el pago de deudas a particulares, tal como lo ha prometido, pero que hasta ahora es un pendiente?… Porque, igual, nada le cuesta decir: No pagaré ninguna deuda a particulares, aunque sea institucional y pese a que los servicios y bienes prestados hayan sido legales y bien soportado… ahí está pues… ¡YA!

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