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Protección focalizada, nuevo enfoque para enfrentar la pandemia: Investigadora

Redacción Milenio

CIUDAD DE MEXICO, 17 de agosto de 2021./Milenio.- El confinamiento ante las nuevas olas de la pandemia por covid-19 parece ya no ser una buena opción por representar tremendas consecuencias en la salud física y psicológica de las personas así como en las economías nacionales e internacionales.

Los largos proceso de cuarentenas han traído enromes retrasos en los accesos a otros servicios de salud incluyendo los preventivos, creando tiempos de respuesta tardía a problemas que deben ser atendidos tempranamente. En el caso de la vacunación contra otras enfermedades también se ha visto afectada trayendo como consecuencia brotes de enfermedades ya erradicadas.

En materia económica el desplome de los productos internos brutos de los países sigue sin poder se recuperado al día de hoy. La salud mental de las personas ha sufrido trastornos considerables que van de la depresión al suicidio. Los costos sociales, económicos y en salud del confinamiento son catastróficos y los seguiremos viendo aún después de que se logre la deseada inmunidad de rebaño.

Es por esto que tres médicos epidemiólogos, uno de la Universidad de Harvard, otro de la Universidad de Oxford y otro más de la Universidad de Standford idearon, en Octubre 2020, un nuevo enfoque para enfrentar la pandemia y lograr mantener la salud y la economía estables: su enfoque se llamó “protección enfocada” y consiste en que, sabiendo que, en su mayoría, los casos más graves de COVID se dan en personas que presentan uno o más factores de riesgo como la edad y las enfermedades crónicas o inmunodepresoras, la protección debe enfocarse en ellos y no en los individuos más jóvenes y con menor riesgo.

Así, proponen en un documento titulado “La Declaración de Barrington” (por haberse firmado en Barrington, Estados Unidos) que sean los jóvenes y los adultos sanos quienes continúen su vida de forma regular y adquieran la infección también de manera natural para ir logrando incrementar el porcentaje de personas infectadas y llegar a la inmunidad deseada.

Por su parte, hay que resguardar a las personas vulnerables y adoptar medidas para su máxima protección enfocándose en ellos y no en toda la población. Esto implica no cerrar espacios públicos incluidos bares y restaurantes, museos y estadios, escuelas y centros comerciales. Limitar las visitas a asilos o a los adultos mayores y adoptar un sistema de pruebas para quienes trabajen con ellos, procurar mecanismos que los provean de insumos alimentarios y, en casos de convivencias con familiares, fomentar que sean en el exterior.

Hasta aquí, pareciera ser una propuesta capaz de conciliar intereses y de contener el virus pero, si se analiza con una óptica más detallada se verán grandes lagunas, como por ejemplo el hecho, muy particular en México, de tener familias que conviven diariamente con los abuelos, de tener integrantes de la familia con altos índices de obesidad, hipertensión y diabetes que viven bajo el mismo techo que individuos sanos y sin riesgos aparentes. Esto, sumado al hecho de que cuando fue enunciada esta declaración aún no se detectaba la variante Delta que afecta más a los jóvenes y niños a quienes antes se les creía personas de bajo riesgo.

En algo podemos estar de acuerdo: el confinamiento total no es ya la mejor estrategia de contención de virus pero tampoco lo es la libertad extrema y sin medidas regulatorias. Encontrar el punto intermedio debe ser un trabajo tanto del Estado como de cada persona en su conciencia individual. Es posible abrir actividades tomando en serio las debidas medidas de higiene y protección que ya conocemos desde el inicio.

Hay que perder el miedo de decir que estamos infectados y que debemos aislarnos, las empresas y centros de trabajo deben ajustar y flexibilidad sus normatividades sobre asistencia.

Los confinamientos posibles hoy son los que, cada uno, desde un análisis objetivo de su salud y con la conciencia ética de asumir la responsabilidad que le toca, determine debe seguir.

  • Con información de María Elizabeth de los Ríos Uriarte, profesora e investigadora de la Facultad de Bioética, Universidad Anáhuac México. mpl

 

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