Manuel Zepeda Ramos.
En este mismo espacio que Facebook me permite utilizar, expresé hace algunos meses mi satisfacción porque la primera presidente mujer de nuestro México -país que hoy es la doceava economía del Planeta-, había roto ese temor de asistir a las reuniones internacionales suspendidas desde hacía varios años por presidentes monolingües que temían enfrentarse a la realidad del mudo ridículo.
Hoy quero retomar una propuesta que hizo Claudia Sheinbaum hace algunos meses y que no se ha vuelto a mencionar: las estufas de leña que su generación de licenciatura en la facultad de Ciencias de la UNAM hizo a la sociedad y que nunca se pusieron en práctica. En esa ocasión anunció un programa gubernamental de instalación en los municipios pobres del campo mexicano algo así como muchas estufas hablando de un presupuesto para ello. Nunca volvió a hablar de ello.
Hace pocos días anunció otro programa para el sureste de México de siembra de maíz en sus campos, entidades federativas típicamente maiceras, ganadoras en el pasado de premios nacionales de productividad -sobre todo en Chiapas, en el municipio de Villaflores-, por hectárea del maíz que todos queremos.
Es cuando empecé a ver alguna congruencia -para mi-, de dos temas que podrían caminar de la mano.
Viví en mi infancia la cocina de leña en donde mi nana Julia, ya ancianita, guisaba en casa de mi abuela Lolita Lara manjares espléndidos a base de carbón con el correspondiente humo imposible de evitar -carbón que se vendía a la puerta de las casas- y también en mi casa paterna. El fogón era un aliado indispensable para la hechura de los alimentos.
Fue cuando se me ocurrió consultar con mi amigo Polo Morales Messner, distinguido chiapaneco «sembrador de agua», desde hace tiempo e invitado permanente en muchas naciones del Planeta para llevar -y traer-, sus experiencias en torno a la conservación de los bosques y selvas, para bien de la vida en nuestro hábitat terráqueo.
Y que se va soltando por vía telefónica mi querido compañero de la infancia quien, como yo, también se alimentó, desde la edad temprana, con comida hecha en el fogón de leña.
-Te acordás vos del Huash? me lo soltó a bocajarro.
-Seguro, le dije: te refieres aquella leguminosa que produce en los seres que comen sus deliciosas semillas, ¿fuertes olores involuntarios?
-¡Esa mero! Desde hace mucho tiempo, sobre todo en las comunidades indígenas de Chiapas, se siembra junto a la siembra de la milpa: Milpa y Huash crecen juntos, hasta que se cosechan las mazorcas, tiempo suficiente para que el Huash haya hecho su trabajo de nitrogenar la tierra y se haya convertido en una planta de ramas maderables, cuyo carbón es muy bueno para hacer fuego para cocinar, porque tarda mucho tiempo en hacerse ceniza ¿Me estás entendiendo, vos Manolo?
-Claramente, Polo. Muchos pájaros de un tiro: sembramos maíz junto al Huash, con el que nitrogenamos la tierra para re enriquecerla; cosechamos el maíz y de la planta del Huash hacemos leña para la estufa. ¿Entendí bien?
-Me faltó decirte que las hojas del Huash son excelente forraje para las vacas, borregos, chivos, burros, mulas y caballos y sus semillas, ricas en proteínas, como las semillas de la calabaza, excelentes complementos para los guisos o para comerla sola, que es muy sabrosa.
-Ciclo completo, Polo.
-Ahí lo averiguás en el INECOL de Xalapa como es que se llama científicamente el Huash, para localizarlo en otros lugares de México.
Polo es un sabio de la vida diaria. Me dijo más:
-¿Para las costas de México, como se le pudiera hacer?
– Fácil Manolo: ¿qué hay en todas las costas de México? Decime.
– ¿Coco, será?
– Pos sí, Manolo ¡y hay un chingo! ¿Ydeahí pues? La cáscara de coco es otro material que arde muy bien para cocinar, porque también dura mucho en hacerse ceniza, como el Huash. Además, sería buen momento para incentivar su siembra y el aprovechamiento del Coco. Me olvidaba decirte: ¿cómo prendés la lumbre de la estufa de Claudia?
-No sé, vos; ¿decime tú.
-¡Con Ocote! prende rápido: sus resinas son inflamables.
He querido reproducir esta conversación telefónica con Polo Morales Messner, porque es conocimiento popular de verdad.
Él sabe muchas cosas, aprendidas desde la infancia con su abuelo alemán desde su finca y ahora por el Mundo, en sus múltiples viajes en la búsqueda de la preservación de la naturaleza.
Creo que hoy aprendimos muchas cosas en torno a la siembra de maíz junto a las maderas necesarias y otras plantas, para una cocina de leña. No sea que a los que siembran vida se les pase la mano cortando árboles para sembrar más arboles…o hacer leña para la estufa.