- Productores se encuentran al borde de la quiebra.
- Costo de la carne al consumidor se mantiene elevado y los precios del ganado están deprimidos.
- Hay ausencia de una política pública que apoye y oriente a ganaderos para tomar mejores decisiones.
- La falta de blindaje en la frontera sur ha roto la confianza del mercado estadounidense.
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de junio de 2025.- La ganadería mexicana enfrenta una de sus crisis más complejas. Actualmente se registran factores que amenazan la viabilidad de esta actividad económica clave para México y los costos de mantener el hato ganadero se han disparado por la falta de agua y pasto. Muchos animales pierden peso y valor comercial lo que pone a los ganaderos al borde de la quiebra.
Así lo manifestó en entrevista el director de la Consultora NexusAgronegocios, César Rafael Ocaña Romo, luego de destacar que a pesar de que el costo de la carne al consumidor se mantiene elevado, los precios del ganado están deprimidos y mientras los mercados internacionales registran valores históricos para el becerro mexicano de alta genética, en el país, los ganaderos del norte sufren el desplome de los precios locales.
Asimismo, agregó, se está viviendo la sequía más prolongada en décadas y el cierre persistente de la frontera con Estados Unidos para la exportación de ganado vacuno, a lo que se le suma la falta de apoyos gubernamentales, todo ello representa un coctel letal que amenaza a la ganadería nacional.
Desde finales de 2024, la detección del gusano barrenador en la frontera sur provocó el cierre técnico de la exportación a Estados Unidos, por la pérdida de confianza sanitaria. El gobierno federal ha decidido no cerrar la frontera sur con el argumento de evitar que suba el precio de la carne para los consumidores. Sin embargo, esta decisión compromete el estatus zoosanitario nacional y expone al hato ganadero al avance de la plaga.
La paradoja de carne cara, precios del ganado bajos, se agudiza cuando observamos que los precios de los granos básicos como maíz, trigo y sorgo, insumos clave para la engorda, están más de 50 % por debajo de sus niveles máximos de años previos, abundó el especialista.
En este caso, explicó, los productores de granos también carecen de apoyos significativos, ya que están diseñados para menos de 5 o 10 hectáreas y con techos de volumen reducidos. La producción a gran escala no recibe incentivos que mejoren su competitividad y enfrenta problemas de rentabilidad agravados por restricciones hídricas, además las importaciones de granos crecen año con año.
Los costos de mantener el hato ganadero se han disparado por la falta de agua y pasto. Muchos animales pierden peso y valor comercial y quien crea que esta situación no afectará el mercado, no está viendo a largo plazo. La industria engordadora no puede absorber ni pagar el valor real de los animales criados en el norte con la alta genética que demanda Estados Unidos, esta desconexión entre oferta y demanda profundiza la caída de precios, agregó el experto agropecuario.
Ocaña Romo alertó que la política de importación de ganado centroamericano a menor precio desincentiva la producción ganadera nacional y crea cuellos de botella en la comercialización. Con la frontera norte cerrada, los ganaderos del norte pierden competitividad y enfrentan una tormenta perfecta: bajos precios, presión sanitaria, sequía prolongada y falta de apoyo institucional.
La ganadería de cría es una actividad económica muy social y territorial, practicada por miles de productores en todo el país en tierras marginales y traspatios. La exportación de becerros ha sido durante décadas una válvula económica que beneficia a toda la ganadería nacional, estableciendo precios de referencia que permiten la subsistencia incluso de los más pequeños. Hoy, esta válvula está cerrada, detalló Ocaña.
Aunque los estados del norte cumplen protocolos sanitarios estrictos, la falta de blindaje en el sur ha roto la confianza del mercado estadounidense. La carne no se abarata permitiendo ganado de riesgo, los ganaderos mexicanos suplen a la industria engordadora; la carne se encarecerá más si la plaga se disemina. Aun cuando los casos reportados parezcan a la baja, el inicio de la temporada de lluvias crea condiciones favorables para su proliferación y la necesidad de reforzar las medidas de control, lo que será cada vez más costoso y limitado en su alcance, explicó el Consultor.
Los riesgos son una amenaza presente y futura. Según el informe «Análisis del Impacto Potencial del Gusano Barrenador en México» (SENASICA, 2021), entre 2000 y 2019 la diferencia de utilidad acumulada entre un escenario con y sin plaga fue de 358,102 millones de pesos. Esta cifra representa 4.8 veces el presupuesto anual de la SADER para el 2025. Además, el análisis proyecta una reducción del 23 % en la rentabilidad del sector ganadero y la cadena de valor.
La industria engordadora, concentrada en pocas empresas recibe trato preferente para importar ganado y movilizarlo por todo el país. En contraste, miles de ganaderos no tienen acceso a herramientas de gestión de riesgo, financiamiento ni soporte técnico.
Además, no hay programas eficaces, extensionismo funcional, mejoras en el uso y manejo del agostadero o del agua y en pleno siglo XXI, los pequeños ganaderos siguen viendo morir animales en los potreros, no por falta de tecnología, sino por ausencia de una política pública que los apoye y oriente a tomar mejores decisiones, expresó el director de Nexus Agronegocios.
Mientras se habla de «carne barata», miles de productores sacrifican vientres, acumulan deudas y abandonan la actividad. Las zonas libres y amortiguadoras existen solo en el papel: ganado del sur llega al norte a regiones libres de la plaga a engordas autorizadas, cruzando líneas sanitarias y generando competencia desleal.
El mercado internacional de la carne sigue al alza. La industria engordadora altamente concentrada exporta más de 2,000 millones de dólares anuales, mientras el sector primario apenas supera los 1,000 millones anuales. El impacto es nacional. Si México pierde su base ganadera por negligencia, el verdadero encarecimiento vendrá por desabasto estructural. Entonces, cuando se quiera carne barata, ya no habrá quién la produzca, y el país dependerá de precios impuestos desde afuera, concluyó Ocaña.