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LETRAS DESNUDAS

31 mayo 2019

MARIO CABALLERO

UN DISPARO EN EL PIE

La gran lección de las votaciones de 2018 no se centra en la victoria de la izquierda política. Tampoco en conocer que nuestra democracia ha madurado desde la primera alternancia en 2000. No. Es tener consciencia de que el pueblo sí tiene el poder para premiar y castigar, despreciar o elegir el gobierno que cree más conveniente.

El contundente triunfo de Andrés Manuel López Obrador y la conquista suprema de poder de Morena son, al mismo tiempo, la peor condena y el mayor elogio de la democracia mexicana. La peor condena porque se trata obviamente de un rechazo a la administración saliente, pero es más que eso. Es el repudio a la clase política que se hizo del poder con la alternancia nada más para obtener beneficios propios. Un rechazo a la corrupción del PRI, pero también a la violencia desatada en tiempos de Felipe Calderón y a la frivolidad de Fox. Es decir, a la incapacidad del PAN para gobernar.

Un elogio porque tras las traiciones, los robos, las decepciones y los agravios, hubo un acto de confianza al partido que prometió combatir todo lo que nos tenía hartos. El radicalismo de López Obrador y el proyecto de Morena que ofrecía la clausura a cualquier negociación con los anteriores gobernantes, terminaron siendo una estrategia ganadora en el proceso democrático más difícil de los últimos años. Terminaron por desplomar las opciones históricamente predominantes.

Un elogio porque los mexicanos le dieron el poder a quien se mantuvo al margen de las decisiones, de la corrupción, de los abusos ocurridos durante los pasados dieciocho años. Porque le retiraron el mando a quienes atropellaron la confianza y se lo entregaron al partido que pudo presentarse como la única opción confiable. Los ciudadanos usaron su voto para forzar el relevo político más revolucionario de las últimas décadas.

Tal parece que Miguel Barbosa, candidato morenista a la gubernatura de Puebla, está ignorando esa gran lección. Si por un lado el voto del 1° de julio favoreció a Morena por abanderar las causas más sentidas de la sociedad; por el otro, el voto también fue en contra de la corrupción y la impunidad, esas lacras que él mismo está consintiendo en su proyecto político. La alianza que está tejiendo con Juan Sabines Guerrero es precisamente eso: cobijar lo que Morena prometió combatir.

NO ES NINGUNA REVELACIÓN

Todo lo que pueda decirse de Sabines Guerrero no es ninguna revelación. No obstante, no puede pasarse por alto.

Juan Sabines fue como gobernante todo lo contrario de lo que fue su señor padre, Juan Sabines Gutiérrez, de quien hasta nuestros días su sólo nombre inspira respeto y, en no pocos, agradecimiento.

Sabines Jr. gobernó Chiapas de 2006 a 2012, y encabezó la administración más corrupta y autoritaria que haya tenido el estado en toda su historia. Accedió a la gubernatura a través de un fraude electoral, defraudó los recursos de los chiapanecos y quedó en la memoria colectiva como un político inmoral, desacreditado, infame, cuyo único patrimonio político que puede legar a su descendencia es el desprecio.

Con toda una vida en la capital del país, cuando llegó a Chiapas en 1998 no tenía ni para comer. Su madre, María de los Ángeles Guerrero, le pidió de favor al priista Manuel de la Torre que lo ayudara y fue éste quien aparte de darle alojamiento en su casa para que viviera con toda su familia, lo presentó con empresarios y hasta le consiguió un trabajo en el PRI estatal. Craso error. Cuando Sabines se convirtió en gobernador del estado envió a prisión a De la Torre acusándolo falsamente de atentados contra la paz y la integridad corporal y patrimonial de la colectividad y del estado.

Lo mismo hizo con el exgobernador Pablo Salazar, quien invirtió recursos del erario y dispuso de todo el aparato gubernamental para que Sabines Guerrero ganara la gubernatura. Lo traicionó. En junio de 2011, lo encarceló bajo los delitos de homicidio, defraudación, peculado, entre otros.

Sabines nunca tuvo un plan de gobierno. Y a pesar de la enorme derrama económica que la Federación destinó al estado, no hubo justicia social. Es pertinente mencionar que cuando asumió el mando Chiapas tenía una deuda de sólo 881 millones de pesos, pero al finalizar la cifra rebasaba los 40 mil millones, entre deuda pública y con proveedores.

El Congreso del Estado le solapó todos los préstamos que según eran para inversión en infraestructura y para el pago de obligaciones con la iniciativa privada. Pero no hubo obras y tampoco se saldaron las cuentas. Algunas versiones periodísticas señalan que Sabines pidió dinero prestado hasta con los empresarios.

Los seis años de su administración fueron un festín del erario público. Si al llegar a Chiapas no tenía ni para darle un bocado a sus hijos, al término de su administración se hablaba de que era propietario de lujosos departamentos y residencias en Cancún, Acapulco, la Ciudad de México, Tlaxcala, Querétaro y Estados Unidos. De la fortuna almacenada en cuentas bancarias mejor ni hablamos.

Entre los personajes que hoy están operando a favor del proyecto de Barbosa está Yassir Vázquez Hernández, hijo putativo de Sabines, quien antes de ser parte de la mafia sabinista vivía en una casa de interés social y pedía crédito en una cantina de Tuxtla Gutiérrez. Pero en 2012 se dijo que tenía casas en Cuernavaca, Acapulco y Puebla.

Otro es Carlos Jair Jiménez Bolaños Cacho, secretario de Hacienda en el gobierno de Sabines Guerrero. Este personaje está acusado, entre otras cosas, de un desfalco de 105 millones de pesos por presuntos pagos a empresas constructoras sin contar con la orden correspondiente. También está acusado de comprar propiedades con dinero público a nombre del exgobernador, tiene un proceso administrativo abierto con número 355/DR-A/2013, y fue de los principales artífices de la venta de la Torre Chiapas, monumento a la corrupción sabinista que se construyó con dinero del Impuesto sobre Nóminas de los chiapanecos.

Bolaños Cacho es autor de la bursatilización de 4 mil 200 millones de pesos del erario público y de cuyos rendimientos no dio cuentas a nadie. Él, junto a Mayda Guerrero, prima de Sabines y también operadora política de Barbosa, se embolsaron una comisión de 88 millones de pesos por ser intermediarios de dicha transacción bursátil. Además, están implicados en la desaparición de más de 5 mil millones de pesos del Fondo de Ahorro de Pensionados y Jubilados del Isstech, mismos que fueron invertidos en la Bolsa Mexicana de Valores.

En el aspecto social, el informe del Coneval de 2012 aseguró que Chiapas después del gobierno de Sabines ocupaba el primer lugar en pobreza y pobreza extrema, con cerca de 3 millones 800 mil pobres, es decir, que al finalizar el sexenio había 300 mil personas más que en 2006 viviendo en la pobreza.

Por otra parte, ese ruin mandato terminó con un saldo de 33 mil muertes infantiles, una ola de crímenes de género, escuelas en el abandono, hospitales sin medicamentos ni personal médico, con conflictos políticos, crisis en el campo y con el último lugar en aprovechamiento escolar y el primero en analfabetismo.

EN CONTRA DE MORENA

Considerando todos los antecedentes, Miguel Barbosa debería entender que la alianza con Juan Sabines es una suma que resta. En primer lugar, porque el exgobernador y su camarilla no pretenden contribuir con el bienestar de los poblanos, sino buscan protección, una situación de poder que les permita seguir en la impunidad y acrecentar aún más su obscena riqueza.

Segundo, porque todo lo que representa Sabines (corrupción, abusos, excesos) va en contra de los principios de Morena.

A todo esto, ¿Barbosa necesita del respaldo de Sabines? Para nada. En una encuesta del 7 de mayo publicada por El Universal refiere que el candidato morenista tiene una intención de voto del 47 por ciento, comparada con el 23 por ciento del candidato del PAN que es quien más se le acerca. Además, qué le puede proveer Sabines Guerrero si es pobre moral y políticamente. Es tan pobre tan pobre, que lo único que le puede ofrecer es dinero mal habido.

Por tanto, si Barbosa se empeña en cobijar a Sabines no sólo estaría traicionando a su partido, sino convertiría su proyecto en un albergue de delincuentes. Concretar esa absurda alianza sería igual que hacerse su cómplice, que ir en contra del ideario de la Cuarta Transformación, igual que darse un disparo en el pie. ¡Chao!

yomariocaballero@gmail.com

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