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LETRAS DESNUDAS

08 enero 2019

MARIO CABALLERO

APROVECHANDO LA TRAGEDIA

No puede haber democracia sin prensa libre y sin defensa de los derechos humanos. Con eso no digo nada nuevo. Pero el periodismo es tan necesario como el voto. Muestra los hechos, contrasta las opiniones, descubre los secretos y denuncia los abusos. En los medios están los ojos y la voz de la opinión pública. Mientras la defensa de los derechos humanos ha contribuido en el rescate de la dignidad y del valor de la vida de las personas.

Por esa importancia que tiene la labor de los periodistas y activistas sociales, es muy lamentable que desde hace dos décadas estén bajo un asedio y peligro constante.

México ha sido considerado el país sin guerra más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. De 2000 a la fecha, la organización Artículo 19 ha documentado los homicidios de más de 120 comunicadores, en su mayoría relacionados con su actividad.

Y de 2006 a 2018 suman 36 activistas asesinados en México. El último había sido Jesús Javier Ramos Arreola, opositor del nuevo aeropuerto capitalino, quien fue ejecutado en octubre del año pasado en la puerta de su casa en Tlalmanalco, Estado de México. En vano fue la Recomendación General 25/2016 de la CNDH, que plantea a los gobiernos locales la creación de leyes de protección a personas defensoras de derechos humanos. Hasta el momento 22 entidades siguen sin tener ley en la materia.

Debido a ello, México también está considerado entre los países más peligrosos para activistas. La organización inglesa Business & Human Rights Resource Centre, aseguró que más de 120 defensores fueron asesinados en 2017 por realizar campañas para proteger las tierras, el medioambiente y los derechos laborales. También documentó 388 ataques en 2017, incluyendo golpes, amenazas, demandas y detenciones arbitrarias, que representó un 34 por ciento más que en 2016. Los asesinatos contra activistas creció un 50% de 2016 a 2017.

¿Quién puede ser indiferente ante esa ola de violencia y muerte?

Este tema es muy profundo y amplio. Merece ser tratado con el debido cuidado y comprensión. Pero, por ahora, quiero concentrarlo en el asesinato de Sinar Corzo Esquinca, para muchos un luchador social que fue silenciado a tiros por su incansable activismo en favor de los más desprotegidos.

¿QUIÉN ERA SINAR CORZO?

Siendo un constante lector de periódicos y revistas, me he enterado de la violencia que han sufrido muchos defensores de derechos humanos. Me parece un acto de heroísmo que algunos de ellos sigan adelante con sus movimientos a pesar de las marcas de tortura en sus cuerpos, que son un recordatorio del peligro que corren por su altruismo y entusiasmo. Lamento, asimismo, cuando leo que fueron encontrados muertos después de varios días de desaparecidos o que fueron ultimados a fuera de sus casas.

Pero todo acaba en un reporte de nota roja y de muy poca relevancia. Cuando un activista muere, son pocos los medios que dan a conocer el hecho. Si una revista retoma la tragedia es bastante. Por lo regular son los periódicos locales y dos o tres nacionales los que dan a conocer la noticia y nada más. Y es bastante común que organismos como la CNDH, ONU y otros, emitan cada uno por su lado un comunicado en el que se conduelen con los familiares de las víctimas y exijan justicia.

Por eso me parece bastante extraño la profusión mediática que ha tenido el asesinato de Sinar Corzo. Se habla de su terrible muerte en redes sociales, revistas políticas y en una cantidad considerable de diarios de circulación nacional. Y no son pocos los organismos defensores de derechos humanos los que han manifestado su repudio ante el atentado. El clamor de justicia está, sorprendentemente, por todos lados.

Ni cuando Maricela Escobedo Ortiz fue asesinada de un balazo en la cabeza mientras protestaba en la Plaza Hidalgo de la ciudad de Chihuahua, hubo tanta conmoción. Recordemos que esa mujer inició su activismo social a partir del feminicidio de su hija Rubí Marisol, en 2008 en Ciudad Juárez, y fue reconocida por instancias internacionales dada la objetividad de su movimiento que buscaba la detención de Sergio Rafael Barraza Bocanegra, quien fue arrestado al confesarse autor del crimen y después fue liberado por los jueces que lo declararon inocente por falta de pruebas.

¿Por qué la muerte de Corzo Esquinca ha recibido tanta atención en los medios?

Sinar Corzo era originario de Arriaga, Chiapas, lugar donde nací. Por lo mismo tuve la oportunidad de tratarlo algunas veces y supe mucho de él a través de amigos y de gente que lo conoció, aunque muy pocos hablan bien de su persona. Decían que era un revoltoso con mucha facilidad de palabra y que le gustaba ser el centro de atención.

En cierta ocasión, estaba haciendo antesala para entrevistar a un ex funcionario del Gobierno del Estado cuando vi llegar a Sinar Corzo. Ni siquiera se anunció con la secretaria, así como haría cualquiera por respeto y educación. Abrió la puerta de la oficina y metió. En vano fueron las súplicas del servidor público de que lo espera cinco minutos mientras terminaba de atender a las personas que estaban con él. En fin, que las tres personas tuvieron que salir del despacho y volver a esperar en la fila, donde habíamos cinco más aguardando a ser atendidos.

Otro día irrumpió en la oficina del secretario particular del presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y se acostó en el sofá, dijo que tenía mucho sueño y se durmió. El funcionario tuvo que atender a la gente en otro lugar porque Sinar se negó a abandonar la comodidad de ese sillón.

Se sabe que un activista social es aquella persona que piensa en los demás antes que en él mismo. Y esté donde esté, haga lo que haga, no puede evitar hacer el bien común, participar de manera activa en disputas y controversias, especialmente las que involucren al gobierno. Sus ideales y activismo están enfocados a realizar un cambio de índole social o política. Siempre actúan sin pensar recibir nada a cambio. ¿Eso era Sinar Corzo?

Algunos dicen que sí. Aseguran que se dedicaba a defender los derechos humanos de las comunidades indígenas de Chiapas, que hacía gestiones de obra pública para beneficio de pueblos rurales, para el cuidado del medioambiente y, entre sus últimas acciones, se sumó a las exigencias para la reconstrucción de los daños provocados por el terremoto de septiembre de 2017. Si fue así, lo aplaudo. Y ojalá haya logrado algo de todo lo que se propuso en vida para el bienestar de la gente que tanto le interesó.

No obstante, así como él ha habido muchísima gente que logró cosas importantes para la sociedad y que murió sin ningún reconocimiento. ¿Se acuerda de Juan Vázquez Guzmán, José Luis Solís López, Manuel López Pérez, Rodrigo Guadalupe Huet Gómez o de Carlos Humberto Mendoza de los Santos? Pues también ellos eran defensores de los derechos humanos en Chiapas y todos fueron asesinados. ¿Por qué no hubo el mismo asombro ante sus decesos como sí lo hay ahora con el de Sinar Corzo?

POLITIZAR ES IGUAL QUE LUCRAR

Con lo antes dicho no quiero que se me tome con indolente ante el cruel asesinato de Corzo Esquinca. Pues como muchos también repruebo el crimen y exijo justicia.

Pero quiero dejar bien en claro que por cada político deshonesto hay un periodista que se presta. Debemos ver que detrás de la tragedia hay personas que están lucrando políticamente con la muerte del activista. Sólo así podemos entender la intensa campaña en los medios. Las condenas al gobierno, las enardecidas consignas de “crimen de Estado” y las acusaciones contra algunos personajes de la política chiapaneca, principalmente el exgobernador Manuel Velasco Coello.

Dice un dicho que a río revuelto, ganancia de pescadores. ¿Quién gana y quién pierde con la muerte del defensor? Pierden, obviamente, los familiares, amigos y demás personas que tuvieron simpatía con él. También el pueblo chiapaneco que es arrastrado por la desinformación. Digo esto último porque todos los que ahora piden justicia, son los mismos que antes hablaban mal de la víctima a sus espaldas.

Ganan, por supuesto, quienes buscan sacar ganancias políticas a través del chantaje y la presión social. Quieren enfrentar al gobernador actual con su antecesor y, de paso, poner al mandatario Escandón Cadenas contra la espada y la pared con el mensaje de que si no castiga a los culpables será cómplice del homicidio. Falso.

Descanse en paz Sinar Corzo. Y que las instituciones de justicia se encarguen de poner cada cosa en su lugar. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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