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LETRAS DESNUDAS

05 diciembre 2018

MARIO CABALLERO

SABIDURÍA Y TEMPLANZA A CARLOS NATARÉN

Hacer mal lo bueno es peor que hacer lo malo. Algo así va la frase que hace muchos años dijo Manuel Gómez Morín, fundador del PAN, pero no la encuentro de manera textual para ponerla entre comillas. Pero tenía razón: la incompetencia, la vanidad y corrupción pueden contaminar el proyecto más encomiable y cualquier institución. Y esas son, sin duda, las causas del desastre que hay en la Universidad Autónoma de Chiapas, desastre que es difícil exagerar.

La UNACH es referenciada como la máxima casa de estudios de Chiapas, pero la verdad muy poco ha contribuido a la democracia y al desarrollo del estado. Es una entidad desprestigiada, mancillada y que se volvió rehén de complicidades políticas, de revueltas estudiantiles y violencia.

Fue fundada el 28 de septiembre de 1974. Con el apoyo del empresario Carlos Maciel Espinoza, maestros, estudiantes y padres de familia, el gobernador Manuel Velasco Suárez hizo realidad el sueño de tener una universidad pública para y por los chiapanecos. Lamentablemente, la lucha por el control de la Unach que no ha sido únicamente hacia dentro, sino también hacia fuera por los intereses políticos que la rodean, la han convertido en una apetitosa presa de la que se han beneficiado gobernadores y rectores por igual.

Hasta nuestros días, la Universidad ha tenido dieciocho rectores, entre interinos y encargados. Muchos de ellos ni siquiera eran académicos. Pues hubo hombres dedicados a la política y hasta un policía, tal es el caso de Jorge Luis Arias Zebadúa, quien de ser procurador de justicia saltó a la rectoría a pesar de ser arrastrado por el escándalo que provocó el asesinato del periodista Roberto Mancilla Herrera. No obstante, su secretario particular y su chofer fueron encarcelados por ser encontrados responsables del crimen.

El porrismo estudiantil que surgió durante el rectorado de Jorge Cruz Toledo Trujillo, conocido como El zorro, ha venido mutando hasta convertirse en un cáncer que ha corrompido las escuelas y todos los organismos que dependen de esa institución educativa, y que además es alimentado por grupos sediciosos que se pelean el poder y el manejo de los recursos.

Si quisiéramos hablar de los atentados a la democracia de la Unach, empezaremos diciendo que la autonomía que lleva en su nombre ha sido igual a la “H”, muda. En vano fue que la Universidad haya tenido un marco legal propio, que establece tanto sus órganos de gobierno, reglamentos, organización, jerarquización y sus responsabilidades con la comunidad universitaria y la sociedad. Porque al final de cuentas los gobernadores en turno han aniquilado su independencia para someterla a sus caprichos.

COMPLICIDADES

Siendo gobernador Pablo Salazar se encargó de imponer a dos rectores. En su momento se dijo que había sobornado a la Junta de Gobierno (órgano legalmente facultado para la designación del rector) para que su amigo Jorge Ordóñez Ruiz ocupara el puesto de la Colina Universitaria para el periodo 2002-2006.

¿Cuáles fueron los resultados de esa imposición? Ordóñez Ruiz es un ingeniero que sabe de planos, pero no de planes. Quizá sepa del proceso de construcción de una escuela, más no de cómo se organiza y dirige. En los cuatro años de su rectorado no hizo nada para fortalecer la infraestructura física, innovar los programas educativos y brindar los apoyos necesarios para el desarrollo profesional del personal docente. Se habló mucho, eso sí, de actos de corrupción, nepotismo y represión.

Al finalizar su gestión heredó una deuda de cerca de 750 millones de pesos y, además, se documentó un fraude de 29 millones que jamás fue investigado. Aparte, al ISSSTE le adeudó la cantidad de 34 millones de pesos que fueron descontados quincena tras quincena al personal, y que Ordóñez Ruiz nunca reportó.

En esa etapa, la Unach vivió un episodio de opacidad donde los familiares y amigos del ex rector estuvieron en la nómina y obtuvieron plazas de tiempo completo, y los líderes sindicales cobraban sueldos de hasta cien mil pesos mensuales.

Con la protección de Pablo Salazar, Ordóñez reprimió a maestros, administrativos y hasta alumnos. Inmemorable fue la reprimenda que le dio al estudiante Abraham Villatoro Reyes, entonces líder de la Escuela de Veterinaria que fue detenido con lujo de violencia: le cerraron el paso con una camioneta y lo bajaron a empujones del automóvil en el que viajaba. De ahí fue arraigado en un hotel de Tuxtla Gutiérrez, donde estuvo custodiado por policías judiciales e incomunicado.

El médico cirujano Ángel René Estrada Arévalo fue la segunda imposición de Salazar Mendiguchía. Lo designó días antes de terminar su torva administración.

Estrada Arévalo asumió la rectoría siendo acusado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de la muerte de 35 recién nacidos en el Hospital K de Comitán, precisamente cuando se desempeñaba como secretario de salud. Junto con Salazar, era señalado por omisión ante las súplicas de los padres de familia que alegaban deficiencia en equipamiento médico, recursos humanos, medicinas y sanidad en dicho nosocomio. De ese caso se desprende el expediente penal 138/2011, cuyas pruebas periciales comprobaron que sí hubo negligencia gubernamental. Estrada fue hallado corresponsable del infanticidio.

El exgobernador Juan Sabines Guerrero hizo lo mismo con Jaime Valls Esponda (2010-2014).

Cuando Valls entregó la rectoría, la Universidad Autónoma de Chiapas estaba posicionada en el lugar 21 de 31 universidades del país de acuerdo al diagnóstico de los Comités Interinstitucionales de Evaluación de Educación Superior (CIEES). Dicho diagnóstico revelaba que la Unach no había logrado salir del marasmo debido a que sus programas educativos no se ajustaban a los tiempos de globalización, proceso éste económico, tecnológico, social y cultural de escala mundial, y que además permanecía atrapada en las ocurrencias, la improvisación, los análisis superficiales y en planes de estudio diseñados sin ninguna metodología, chapuceros y frívolos.

El 9 de mayo de 2017, Valls Esponda publicó en El Universal un artículo titulado La docencia como profesión, en el que habló de la importancia de la labor de los maestros que “representan un potencial que debe valorarse y mejorarse continuamente (sic)”. Empero, siendo rector se dedicó a reprimirlos, a negarles el derecho de escalafón (que fue exclusividad de sus amigos) y hasta les condicionó el uso de las herramientas de trabajo.

En enero de 2012 fue acusado de malversar recursos de la Universidad en la compra de computadoras portátiles que regaló sólo a catedráticos amigos suyos. A ese gasto le siguió la pinta de cientos de murales y la colocación de miles de pendones en todo el estado con la leyenda “Un Valls para Chiapas”. ¿Con que dinero pagó dicho gasto? Nunca lo dijo. Tampoco reveló de dónde sacó el dinero para pagar la publicidad con que promocionó su imagen en cientos de spots de radio y televisión, en las páginas de diarios y en revistas tanto locales como nacionales.

Aparte, en septiembre de 2014 se reveló un fraude calculado en 10 millones de pesos a los fondos del FOVISSSTE, por el que al menos tres mil trabajadores estuvieron a punto de perder su derecho de adquirir una vivienda. El ex rector Valls Esponda aplicó el debido descuento vía nómina, pero no hay pruebas de que haya realizado la transferencia de los recursos a citada dependencia.

EL GRAN DESAFÍO

Hoy, que la máxima casa de estudios de Chiapas está involucrada en el mayor escándalo de corrupción conocido como la estafa maestra, el desafío para el Doctor Carlos Natarén Nandayapa es mayor. Su encomienda no sólo se limitará a rescatar de la ignominia y el atraso educativo a tan importante institución académica, también tendrá que hacer una limpia en el aspecto financiero y deslindar responsabilidades que deben llegar hasta las últimas consecuencias.

Sin embargo, hay confianza en Natarén, un investigar de tiempo completo que es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y autor de diversos libros en materia del Derecho. Y especialmente porque es un unachense que conoce la Universidad desde sus entrañas. Tiene méritos académicos, honorabilidad y ética profesional. Su trabajo goza de amplio prestigio. Además de que su nombramiento no proviene de imposición alguna, pues posee todo el respaldo de la comunidad universitaria.

Le deseo sabiduría y templanza. La Unach ya merece ver tiempos mejores. ¡Chao!

@_MarioCaballero

 

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