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LETRAS DESNUDAS

17 Noviembre 2017

MARIO CABALLERO

¡QUÉ TIEMPOS AQUELLOS!

Despotismo era la palabra precisa para describir a los gobiernos pasados. Si una dependencia tuvo mucho que ver con la muerte, desaparición y destierro de líderes políticos, sociales y sindicales fue la Secretaría General de Gobierno del Estado, que de un tiempo a esta parte muestra una diferencia abismal de entender y ejercer el poder.

  1. Pitaco de Mitilene, dijo: “¿Queréis conocer a un hombre? Investidle de un gran poder”. Durante el gobierno de Absalón Castellanos Domínguez (1982-1988) surgió un personaje que mientras no tuvo ninguna autoridad censuró y denunció las injusticias, pero una vez que fue nombrado secretario de gobierno de Chiapas se le conoció como el “Fiscal de Hierro”.

Javier Coello Trejo es un abogado que nació en San Cristóbal de las Casas en 1948. Estudió la primaria en la escuela Cristóbal Colón. Fue un niño regordete que golpeaba a sus compañeros de clase para robarles la torta.

Desde los años ochenta ha sido cobijado por varios presidentes de la República, procuradores de justicia y gobernadores. Tiene la mala fama de torturador y corrupto. Es alguien al que jamás le ha importado la vida humana y desmentir su reputación de asesino. Al contrario, nunca ha desaprovechado un momento para reafirmar su carácter pendenciero: “Me conozco. Si toco a alguien es para partirle la cara. Aunque, claro, lo hago cuando me faltan el respeto y nada más”, decía.

 

Como encargado de la política interna del estado, Coello Trejo utilizó métodos propios de las bandas criminales para mantener a raya a los opositores del régimen. Cuentan que un día encerrado en su despacho en Palacio de Gobierno con tres líderes magisteriales y cinco de sus guaruras, de manera inesperada abrió una de las gavetas de su escritorio y sacó un brillante revólver calibre .38mm. Lo hizo en el instante en que la discusión con los maestros se volvía más acalorada.

Javier Coello puso la pistola encima del elegante escritorio y con el dedo medio en el guardamonte la hacía girar en círculos de manera intimidante. Los docentes se callaron al ver en el rostro del funcionario el gesto de amenaza. Abandonaron sus alegatos y aceptaron los términos impuestos por el secretario para ponerle punto final al conflicto del magisterio. Salieron de aquella oficina con un nudo en la garganta, pero cargando sobres de papel manila tamaño carta repletos de dinero.

En esa época estuvo enredado en escándalos de violación a los derechos humanos y de estar relacionado con el crimen organizado. Diversos medios locales revelaron que Coello Trejo ordenaba torturas, desapariciones forzadas y siembra de pruebas a políticos, maestros e incluso estudiantes.

Además de haber sido señalado de enriquecimiento ilícito con la explotación maderera, un ex alumno de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), Daniel Fernández Simón, dijo que en 1983 Javier Coello lo encarceló y ordenó que lo torturaran. Hay que destacar que en el tiempo de su gestión, Chiapas tuvo el índice más alto del país de asesinatos de campesinos.

  1. Uriel Jarquín Gálvez fue el segundo al mando en la Secretaría de Gobierno en la administración de Julio César Ruiz Ferro. El titular era el escritor chiapaneco Eraclio Zepeda. Así, mientras el literato se encargaba de firmar documentos y ser la cara ilustre de ese execrable gobierno, Jarquín dirigía los operativos contra organizaciones sociales, campesinas, pero sobre todo contra los simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

De acuerdo con informes oficiales, Jarquín Gálvez comandó 56 acciones policiacas derivadas de diferencias políticas, agrarias, de desalojo de predios y carreteras en el estado, y en su mayoría fueron en lugares donde el EZLN tenía mayor presencia. Los resultados de sus operativos fueron 111 muertos y 160 heridos. Después de ser un político mediocre, se convirtió en un genocida corrupto y xenófobo.

Al dejar el cargo de subsecretario de gobierno en enero de 1998, la Contraloría General le fijó una multa de 576 mil pesos por el desvío de recursos públicos. También fue acusado de sustraer cámaras fotográficas y de vídeo y diez vehículos propiedad del Estado. Estuvo involucrado en la masacre de Acteal en diciembre de 1997.

La Procuraduría General de Justicia del Estado, hoy Fiscalía General, mantiene abierto el expediente penal 2474/CAJ-4/98 por los delitos de peculado, fraude, abuso de autoridad, robo y los que resulten contra Uriel Jarquín. Asimismo tiene otra investigación pendiente por portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército Mexicano. Por todas sus fechorías fue inhabilitado de por vida para no volver ocupar cargos públicos.

  1. También el perredista Rubén Velázquez López ocupó el puesto de secretario de gobierno, en el quizá más tormentoso periodo gubernamental del pasado reciente: el de Pablo Salazar Mendiguchía.

En la madrugada del 15 de febrero de 2005, un grupo aproximado de seiscientos policías armados hasta la médula desbarató un plantón en el municipio de Tila. En el desalojo se quemaron viviendas, hubo 52 detenidos, decenas de desplazados, millonarios daños materiales y muchos hombres, mujeres, niños y ancianos malheridos. Cuentan que los agentes se llevaron a varias personas que aparecieron días después con signos de tortura. Presuntamente Rubén Velázquez dirigió ese operativo desde su cómoda oficina en Palacio.

El 10 de abril de 2004, en Zinacantán, un enfrentamiento dejó varios heridos por arma de fuego. Uno de ellos, de 33 años de edad, tenía el tórax perforado. Otro, tenía una herida de bala en el cráneo. Mientras el secretario Velázquez López aseguraba ante los medios que en el municipio reinaba la “normalidad habitual”, unas quinientas personas eran expulsadas de sus hogares y muchas familias huían del lugar por temor a la violencia gubernamental.

En agosto de 2003, Joel Martínez López fue asesinado por la policía de un disparo en el pecho cuando manejaba el camión que trasladaba a los estudiantes de la Escuela Normal Rural Mactumatzá. Los jóvenes venían de hacer una protesta en la explanada del parque central de Tuxtla Gutiérrez. Al saber del homicidio el entonces ombudsman, Pedro Raúl López Hernández, acudió al Hospital Regional Rafael Pascasio Gamboa donde el trabajador fue llevado de urgencia, pero llegó tarde pues éste ya había muerto.

López Hernández criticó duramente el incidente y exigió justicia para la víctima. Eso no le gustó al gobernador Pablo Salazar. Ese mismo día, el secretario Rubén Velázquez le llamó por teléfono para amenazarlo: “No te metas en pendejadas, cabrón”. Semanas más tarde, la casa del abogado fue baleada. Se presume que la orden salió desde la Secretaría de Gobierno.

UNA INSTITUCIÓN DE VALOR

Lejos han quedado los tiempos en que la secretaría de gobierno era un flagelo, un instrumento para la represión y la persecución política. Ahora es una entidad desde la cual se insiste en la estabilidad social, la paz, la gobernabilidad y la reconciliación entre los chiapanecos.

Hace pocos días, los habitantes del pueblo de Oxchuc protestaron estableciendo una caseta de peaje e impidiendo el libre tránsito carretero de la región. Reclamaban la falta de cumplimiento a los acuerdos en los que según ellos se les entregaría el presupuesto y se construiría el hospital comunitario y el mercado municipal.

En otro tiempo, la osadía de los comunitarios hubiera sido castigada con la fuerza pública y muchos pudieron terminar encarcelados injustamente o lesionados. Pero por la oportuna intervención del actual secretario de gobierno, Juan Carlos Gómez Aranda, que le apuesta al diálogo para dirimir cualquier tipo de conflictos e inconformidades, se dio una explicación puntual de que los recursos no pueden entregarse ya que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó que éste sólo puede ser ejercido por la presidenta municipal.

Por otro lado, se informó que ya se cuenta con el dinero para concluir el hospital comunitario y están haciéndose las gestiones para obtener los recursos con los que se construirá el mercado.

Así es como la secretaria de gobierno resuelve ahora los problemas: con diálogo y oficio político de alto nivel. No a punta de pistola ni a gritos insolentes. Bien por el secretario Gómez Aranda que está logrando los acuerdos que tanta falta le hacen a Chiapas. ¡Chao!

@_MarioCaballero

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