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ARTÍCULO ÚNICO

03 enero 2019

Angel Mario Ksheratto

La “izquierda”, ¿en desacuerdo?

La crisis de la izquierda latinoamericana —incluso de algunos países de la desaparecida Unión Soviética— terminó por devorar a la mexicana; un presidente de izquierda y un grupo guerrillero que iniciaron hace 25 años su lucha, no pudieron ponerse de acuerdo desde la oposición y tampoco ahora que, como corriente ideológica, han alcanzado el poder.

Los desencuentros entre Andrés Manuel López Obrador y el sub comandante Marcos (o Galeano, como ahora se hace llamar), han sido notorios y no por cuestiones de fondo o por diferencias insuperables, sino por nimiedades y quizá, hasta por ambiciones personales, que son las más peligrosas en el terreno político.

Aunque tanto AMLO como el EZLN, se asumen “izquierdistas”, en la praxis, distan mucho de una ideología que —con todo y sus aciertos y errores— dominó a gran parte del mundo en el siglo pasado y puso en jaque a las potencias occidentales que se vieron obligadas, incluso, a negociar con los líderes de la izquierda mundial.

La historia reciente de zapatistas y el ahora presidente, es ampliamente ilustradora de la lejanía de las dos partes del ideal socialista, salvo el extremismo y la subrepticia intención del sometimiento absolutista a que llegó el comunismo recalcitrante de Mao, Lenin, Stalin o Castro.

En 25 años, la zona zapatista no ha sido mejor que antes del surgimiento de la lucha armada; si bien expusieron ante el mundo el olvido, la marginación y la pobreza extrema de miles de indígenas, no supieron aprovechar el respaldo de millones y tampoco, la tardía reacción gubernamental mediante la cual, se intentó, sin éxito, revertir las condiciones paupérrimas de la gente de esa zona.

La pretendida empatía entre pares, no ha existido, sino en el oportunismo mediático que a uno y otro le sirvió para el protagonismo, el lucimiento; no es, por otro lado, un pleito a muerte del que debamos esperar otra refriega entre las huestes de cada uno. Basta recordar el sospechoso silencio de Marcos y el EZLN durante los últimos tres sexenios, para darnos cuenta que tras su repentina crítica al aliado empoderado, hay más de un interés… y no es por el bien de la empobrecida gente.

También hay que revisar el presupuesto federal para las zonas indígenas de Chiapas, para sacar algunas cuentas concluyentes que ponen en entredicho la promesa de campaña de sacar al país de la pobreza. Hay, si se quiere, valores entendidos que podrían pasar por un acuerdo de distanciamiento fingido, para legitimar más de un proyecto personal, que no tarda en mostrar su punta en alguna parte.

¿Debe, por tanto, preocuparnos la fase de encontronazos entre dos personajes aparentemente disímbolos y aparentemente hermanados por una ideología no apta para ellos? No. No, mientras ambas partes logren mantener a flote las apariencias y en vía de mientras, distraigan, para su conveniencia, a los mexicanos.

Hemos llegado a tal grado de desconfianza en uno y otro, que lo que digan o dejen de decir, es irrelevante o cuando menos, un distractor que no pasa de llenar espacios en los medios masivos de comunicación. Si, por el contrario, la confrontación va en serio y no tiene tintes de cofradía, esperemos entonces, la reacción espontánea de la sociedad que lo único que quiere es la solución definitiva de problemas de fondo y no reyertas de cantina.

Transitorio

El Congreso del Estado, en el último estertor del 2018, aprobó la desincorporación de guardias de seguridad a exgobernadores y demás exfuncionarios; también quitó el fuero a los actuales. Y de paso, cometieron una pifia: nombraron Auditor, a un hombre señalado de tortura y ejecución extrajudicial en años idos.

Sobre lo primero, es plausible, puesto que los exgobernadores, con todo lo robado, bien se pueden pagar un ejército de gorilas que los protejan. Es también de reconocer que en adelante, los funcionarios, empezando con el gobernador, ya no gocen de fuero, sino que por el contrario, puedan ser procesados penalmente sin engorrosos trámites legislativos que antes, solo servían para institucionalizar la corrupción.

Pero negativo, el nombramiento de un auditor, por lo menos, bajo sospecha. Hay que recordar que organismos como la CNDH y la CIDH, recomendaron la acción penal en contra de los involucrados en la tortura y ejecución del líder campesino Reyes Penagos Martínez; José Uriel Estrada Martínez, fue uno de los directamente señalados por lo cual, estuvo un tiempo en prisión.

La exigencia es que los diputados, reconsideren el nombramiento; porque le hacen un mal a Chiapas y al mismo gobernador Rutilio Escandón.

http://ksheratto.blogspot.com

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